VOLBEAT + Iced earth
Sala Santana (Bilbao), 27 Octubre 2013
Texto y Fotos: Unai Endemaño
Como posible gira del año había sido calificada meses antes, llegado el día, nadie parecía con ganas de ponerse a negar este pronóstico sobre el horizonte. Los Volbeat tenían casi todo el papel vendido para su cita bilbaína, la confianza de quienes les habíamos visto unas cuantas veces ya y sobre todo, la expectación de los que iban a desvirgarse con los daneses en la Santana 27 de Bolueta. Todos juntos pudimos constatar, después de un caluroso lunes de octubre, que Michael Poulsen y los suyos han dejado de jugar en categorías inferiores, se mueven con los grandes, con los que agotan entradas, la clase de banda que reúne multitudes y congratula tribus dispares a su paso.
La de Bilbao no iba a tratarse de una fecha especial sin embargo, no para Volbeat desde luego. Ahí es donde toca referirse al primer matiz exigible para con los grupos de elite, nunca puede haber días de transición, todas las noches tienen que resultar definitivas y concluyentes. A pesar de no ser más que una fecha cualquiera en medio de un tour inmenso, en Bilbao vimos a un conjunto montándola gordísima sin tener que romperse los cuernos en el proceso. A la gente por suerte, poco parecían importarles estas consideraciones propias de críticos puntillosos.
Los prolegómenos serían breves y no darían para demasiadas tertulias, Iced Earth adelantarían su presencia enarbolando su reciente “Plagues of Babylon” y poniendo un considerable número de puños en alto para recibirles. La banda apuesta honrosamente por su última etapa y desde el principio rescata “Dystopia”, para regocijo de la peña de la greña allí reunida. Mayor algarabía provocaría la legendaria “Dark Saga”, que iba a poner a tiro las primeras comparaciones inevitables de la velada. Zanjaremos las cuestiones comentando que Stu nunca va a hacer olvidar del todo a Barlow, a pesar de que mantenga el tipo todo lo bien que puede llegar a hacer un suplente de excepción. Sus formas de heavy prototípico, tirando de agudos más exagerados de lo que es necesario a menudo, contrastan demasiado con la contenida elegancia, que llevaba implícita el cantante pelirrojo al que nos referimos.
“My Own Saviour” volvería sin embargo a rescatar los momentos más gloriosos del conjunto, con un Jon Schaffer que gobernaba de manera tiránica los tiempos y dejaba que su guitarra sobresaliese por encima de la mezcla global. Demostró a pesar de mantenerse casi todo el tiempo en su esquinita correspondiente, que sus cabalgadas sobre las cuerdas continúan siendo el eje sobre el que la música de la banda se asienta. Al igual que ocurre cuando te topas con otras guitarras rítmicas ilustres- como las de Scott Ian o Malcom Young por ejemplo- era curioso ver lo mucho que se puede llegar a destacar sin adornar el trabajo con solos, basándolo todo en la personalidad que tu propio sonido conserva.
Bajándole un poco el volumen al líder de los Iced Earth en cualquier caso, es como se nos presentaba “If I Could See You”, una nueva balada en la línea de los archiconocidos éxitos del conjunto. Tan épica y pegadiza como la banda gusta de facturar sus piezas lentas, inevitablemente disfrutable teniendo en cuenta esto y escasamente imaginativa completando la descripción. Bastante más apetitosa se presentaba “V”, la cual fue interpretada por Stu empuñando la máscara de Vendetta que para la ocasión tenía preparada, perfecto prolegómeno para el mejor momento que nos iba a terminar por dejar la comparecencia.
El “Night of The Stormrider” sería rescatado de épocas pretéritas con “Pure Evil” sentenciando que en lo que se refiere a Power Metal americano, cualquier tiempo pasado siempre fue mejor. Perfecta lección de estilo interpretada con convicción para acelerar el paso y dejar que “Burning Times” se diese el homenaje que merecía. La poderosa pieza que abría el Something Wicked sería uno de los últimos caprichos que los de Tampa iban a ofrecernos, tan solo restarían “Boiling Point”, el himno personal “Iced Earth” para cerrar y entre medias, su legendario “Watching Over Me” con el que recordarnos otros tiempos. Significativo resultaba como una banda que un día llegó a encabezar Wacken, siendo referencia de todo un estilo y marcando toda una época en el Metal Americano de los noventa, se bajaba del escenario con el papel de telonera tan asumido, sin dar la impresión de que pudiesen restar ningún protagonismo a los cabezas de cartel, aceptando en definitiva y por desgracia, que sus mejores tiempos pasaron hace demasiado ya.
El sentido que Volbeat llevan es simplemente el opuesto, hacía arriba y sin detenerse a mirar lo que van dejando por el camino, la suya es una carrera que cada día apunta más alto y con unos límites que aún no llegamos a vislumbrar. En la Santana comenzaron rugientes con “Hallelujah Goat” de la misma forma que lo vienen haciendo en toda la gira y no tardaron demasiado en acordarse de los Gangters, los Cadillacs y de “Radio Girl”, para completar de esta manera un inicio de efectividad incuestionable. El aroma a palomitas de autocine se iba apoderando del garito, al tiempo que los músicos iban mostrando las cartas con que iban a jugar la partida de esa noche. Michael Poulsen de jefazo absoluto, pletórico de carisma y bastante más delgado que de costumbre, volvería a centrar casi todas las miradas de los presentes, cubriéndole las espaldas tenía a Rob Caggiano por un lado y a Anders Kjolholm por el otro. El primero aportando el punto extra que supone la enorme experiencia que atesora en las grandes ligas, el segundo demostrando que su concurso sobre las tablas, cada vez tiene mayor enjundia.
“The Nameless One” dejaría paso a la popular revisión del “Sad Man´s Tongue”, introducida como suele ser norma por algún tipo de recuerdo para con Jhonny Cash, en esta ocasión fue un pedacito del Ring of Fire el que sirvió para tal fin. La gente entraba a bloque por donde la banda pretendía, saltando y bailando todos y cada uno de los pegajosos ritmos que se ofrecían. “Lola Montez” continuaba el embrujo y la pompa de chicle no daba señales de que fuese a reventar con facilidad, sobredosis de azúcar por tanto la que la banda seguía imprimiendo, delicioso y efímero regalo que encontraría en “16 Dollars”, el punto álgido para todos los que disfrutamos con las melodías de caramelo. En medio de este último, Poulsen detuvo el corte por la mitad e insto a las chavalas presentes a que trepasen a hombros de sus respectivas parejas, montándose de esta manera una curiosa imagen que casaba perfectamente con el espíritu de la música que se ofertaba, solo faltó el contrabajo para que la estampa hubiese quedado insuperable.
La cosa se tornaría un poco menos amable merced a “Dead But Rising” y a sus aires propios de los Metallica de última generación, las influencias de la banda quedaban a la vista de quien las quisiese examinar, para un momento después soltar el pie del acelerador y volver a jugárselo todo a la carta del feeling más sincero. ”Fallen” con su emotiva dedicatoria para el padre del cantante-en este caso añadiendo también a su madre en el homenaje- volvería a mostrar la cara más sencilla del cuarteto, la que irradia gancho por todas sus esquinas y conecta con los públicos más dispares que uno se pueda imaginar. Tras guardar el moquero a buen recaudo se nos presentaba otra nueva oportunidad para viajar a los cincuenta de manera testimonial a bordo de “The Mirror And The Ripper”, otro fantástico corte que consigue encapsular en sus minutos, prácticamente todo lo que Volbeat pretenden plantear con su música.
La fiesta lejos de estar desarrollándose como una demostración de estilo, estaba trascurriendo sin macula, absolutamente fiel al espíritu bajo el que se asienta esta banda. Las melodías amigables e inofensivas lo inundaban casi todo, haciendo que la experiencia en ningún momento llegase a ser como para asustar a tu abuela. Los cortes más decididamente metálicos del conjunto se guardan para mejores ocasiones, dejando a los “Cape of Our Hero” o “Maybelline” desenvolverse a sus anchas, haciendo que quien más quien menos tuviese su ratillo para canturrear. Entre medias Rob Caggiano se la gozó demostrando sus habilidades con la postrera “The Hangman´s Body Court” y preparo el ambiente para que los ritmos Ska de “Still Counting” dijesen adiós al tramo principal de la velada. Hasta hubo tiempo para que la banda interpretase un breve fragmento del “Raining Blood”, poniendo una sonrisa en el careto de todos los heavies allí presentes.
Volverían con “Doc Holliday” dejando una vez más espacio a Caggiano para que se luciese, dedicarían el “I Only Wanna Be With You” a la parienta de Mr. Poulsen y rematarían la verbena con “Pool of Booze, Booze, Booze”, de la misma forma que han hecho siempre que he tenido la fortuna de presenciarles. Un final menos bombástico de lo que cabría esperar teniendo en cuenta el curso que había tomado la noche, pero que no dejó dudas sobre la solvencia de los daneses. Puede que en un par de discos estemos hablando del grupo que lleve las manijas del rollo, si los medios de comunicación generalistas ponen su lupa sobre ellos. Excelentes actuaciones de trámite como la que vivimos en la Santana 27, son solo algunas de las virtudes con que cuentan para conseguirlo.