TRIXTER – Human Era (2015)

Sorprendente para muy bien es en todos los niveles posibles el recién editado nuevo trabajo de los de New Jersey. El anterior disco “New Audio Machine” me pareció flojo y con pocos argumentos, pero el que ahora me ocupa es una pasada. La energía renovada y canciones de verdad que desde el primer momento me han hecho volver a creer en una banda de las “jóvenes” que consideré de las mejores cuando allá por 1990 sacaron su estupendo disco de debut. El poder de la juventud personificado en los Trixter enérgicos, guapos y sonrientes, que traían un aire fresco a un momento especialmente depresivo y donde el karma de Kurt Cobain y demás músicos del área de Seattle estaba muy presente. Como digo, chorros y bocanadas de divertida música en la que no cabía espacio para el aburrimiento sino que todo era desenfreno y pasión por lo que estos cuatro artistas imberbes hacían sonar. Igual que Trixter aparecieron otras bandas como Danger Danger, Firehouse, Baton Rouge, Warrant, Slaughter, y otras más que dieron un cambio a la pésima propuesta que imperaba esos años y que vestía a los músicos con las horribles camisas de leñador y alimentaba a la audiencia con pésima música sacada de escalas menores que invitaban a cerrar la luz. Pues bien, con este ambiente generacional triste y con la escena musical rockera casi apagada por el grunge llegaron el cantante Peter Loran, el guitarra Steve Brown, el bajista P. J. Farley y el batería Mark Scott.

Su disco de presentación fue inmenso y alcanzó el número 28 del Billboard 200. Se editaron tres singles como tres soles. “One in a Million”, “Give It to Me Good» y “Surrender» que colocaron el nombre de Trixter en un lugar de privilegio que cualquier banda nobel hubiera deseado ocupar.

Como he dicho antes, el anterior disco de 2012 me dejo un pobre sabor de boca que probablemente fue fruto de las altas expectativas que me había hecho alrededor de la vuelta del grupo. En esta ocasión los americanos han sacado un discazo sobresaliente que te pondrá las pilas bien puestas. Prepárate para buen rock americano hecho con mucha clase y desde lo más profundo del alma rockero de estos ya cuatro hombres maduros.
Trece regalos en forma de canción es lo que los estadounidenses han grabado en su “Human Era”. Me parece un número ideal de temas que ofrecer al posible comprador del disco. Menos canciones me parecería rácano, y más podrían ser excesivas si pensamos en la composición como algo artístico y no cómo cantidad para justificar esa venta.

El inicio del álbum es alucinante, fiestero y alegre. Los tres primeros temas valen por sí mismos el disco. El primero “Rockin’ to the edge of the night” recoge fielmente el testigo de aquel primer trabajo de 1990. Guitarras festivas y bien afiladas, soportadas por un bajo muy dinámico y suelto que apoya libremente una batería en la que el uso de lo más básico, cencerro incluido, es el mayor acierto para que la fiesta dé comienzo. Sin descanso han colocado certeramente “Crash That Party”. El título lo dice todo, y la canción musicalmente hablando lo consolida. Yeahh Yeahh corean para un tema que fácilmente lo podríamos ubicar en la mejor sala de LA cuando Sunset Strip estaba llena de locales con olor a sudor, laca y aquel adorable aroma a Jack Daniels. Tercer tema “Not like all the rest”. Aquí el buen hacer se nota porque el grupo es maduro y sobrio, melódico y elegante, capaces de tocar con unos jóvenes y también de hacerlo con un toque a lo Bon Jovi más clásico de su, por ejemplo, “Keep the Faith”. Esta canción tiene el sabor del rock americano y hasta country. Es perfecta y se la han currado para poder sonar en las radios americanas, si es que en las emisoras de allí hay sitio para la buena música.

La cuarta canción es “For You” y tira del carro a tope. El amigo Steve Brown hace de las suyas con las seis cuerdas, constantes virguerías y reminiscencias del maestro Eddie Van Halen, y el batería Mark “Gus” Scott es una sólida máquina con el doble bombo. ¿Qué voy a decir de “Every Second Counts”? Claramente mama de lo mejor de Bon Jovi. No digo copia pero si muy influenciada. En momentos el cantante Pete Loran parece haber sido invadido por el espíritu del citado maestro. La canción está cantada a doble voz con lo que consiguen esa textura extensa, fina y deliciosa que hace de cada frase una rica sensación de calidez que realza y ensalza las voces principal y secundaria.

“Beats Me Up” es el baladón del disco, que frena la línea que el grupo venía trayendo con los anteriores temas. Muy lenta y dulce contiene los elementos necesarios para convertirse en una de las más bonitas baladas del año. El siguiente tema, y que se convierte en el séptimo, es “Good Times Now”, que es la suave manera para levantar el vuelo después de la anterior delicia. Es un medio tiempo que sirve de puente para “Midnight in your eyes”. Aquí el grupo repta y se mueve en un camino que no les compromete. No es un tema especial pero tampoco flojo. Es un estar muy cómodo con una canción que podemos decir es utilizada cómo transición natural. Algo completamente opuesto a lo que representa y ocurre con “All Night Long” donde verdaderamente la banda ha conseguido dar en medio de la diana. Muy pero que muy bien cantada, la canción rezuma esencia hacia la figura de Jon Bon Jovi, que seguro es de mucho gusto y admiración para Peter Loran. Un gran tema para un gran disco.
“Soul Of A Lovin’ Man” y “Human Era” continúan la dirección marcada y suenan a la perfección. El grupo tiene las cosas claras y sus canciones son desde el inicio bien pensadas y muy bien tocadas. El solo de guitarra en el primero es brillante, y es que el dominio que Steve Brown tiene de la guitarra queda demostrado con creces en cada nota y arreglo.

Los dos temas finales y “extras” son “Always a Victim” y “Road Of A Thousand Dreams”. El primero acústico y relajante. El segundo melodioso y armónico con una base rítmicamente genial y donde repiten los modos de aquel disco de debut. Un broche de oro para finalizar un trabajo espectacular.

El resumen de esta reseña es que Trixter se ha marcado un excelente y maduro disco. Un álbum con una clara denominación de origen americana y muy bien tocado, con canciones construidas para la voz y los elegantes coros que la banda realiza. Un disco que cumplirá con muy buena nota las expectativas que cualquier oyente se ponga como meta antes de oírlo, y que contiene, como dije al inicio, trece obsequios en forma de canciones.

Luis Maria Catediano

 

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