The Sword + Black Temple
Kulturbolaget, Malmö (Suecia)
28/08/2015
Crónica y fotos: Julen Figueras
Cosas de ciudades con cultura viva y rica, dos bandas en plena forma se presentaban en Malmö (Suecia), misma noche y distinta sala. Unas calles más allá descargaba Mustasch, pero fuimos entre ciento cincuenta y doscientos quienes optamos por los norteamericanos The Sword. Al fin y al cabo, Mustasch son suecos y The Sword no cruzan el charco todos los meses. De hecho, sólo han pasado por España en una ocasión.
La Kulturbolaget de Malmö es una de esas salas diseñadas para acoger conciertos. Uno lo ve enseguida en su disposición, con las barras de bar a los lados, una plataforma para el técnico de sonido frente al escenario, bafles estratégicamente colocados para que el sonido llegue limpio a todas partes y, en general, ningún impedimento para ver el escenario completo desde cualquier parte del recinto. La música aquí es lo principal, y el alcohol o la discoteca son lo accesorio. El de esta noche era un concierto apenas publicitado, y aun así reunió a un número de fans que si no abarrotó la sala sí la mantuvo cómodamente llena. Uno podía pensar que estamos ante una banda menor, pero los visitantes casuales eran minoría, mientras que los fans entregados (la mayoría con camisetas de giras pasadas) fueron lo que más se vio y se oyó durante la hora y media de concierto de la banda.
Los teloneros fueron los suecos Black Temple, desconocidos para muchos pero también -según me contaron- muy esperados. No por mí. Un trío de metal que se definen como «noise hard rock», y en el que predomina la primera etiqueta en detrimento de la segunda. Mucho ruido y mucho sinsentido, donde el bajo hacía las veces de la guitarra, la guitarra se oía de ciento en viento, y la batería se comía el resto del campo sonoro.
The Sword venían presentando su novísimo album, High Country, en el que han rebajado su sonido hasta el punto de disgustar a algunos de los fans más metaleros. Nada que importara demasiado una vez comenzado el concierto, que fue desgranando los temas del álbum uno por uno, y el público respondió con ganas. Quizá por haber reducido la potencia, la distorsión y las guitarras con afinaciones graves, los nuevos temas de The Sword saben en directo tan bien o mejor que en el disco. Con bandas que se apoyan en atmósferas cargadas y capas de instrumentación difusa, plasmar su obra sobre los escenarios es a veces tarea complicada. Afortunadamente, el sonido de la Kulturbolaget era todo lo limpio que la banda podría desear, y las novedades como «Empty Temples» o «Mist & Shadow» sonaron contundentes pero no embarradas. Cada instrumento en su sitio, las guitarras sonaban claras y poderosas, la batería y el bajo no rompían tímpanos, y los sintetizadores (controlados con pedalera por el bajista Ryan Richie) creaban el matiz perfecto. Sólo las voces de John Cronise sonaban a ratos poco claras, y no era una cuestión técnica, sino defecto del propio vocalista, que conserva el vicio de acercarse al micro de lado y no de frente.
The Sword es una banda peculiar. Transitan entre el doom y el stoner (cada vez más lejos de lo primero y más cerca de lo segundo, cuando no del puro hard rock), su música evoca tanto raíces y desiertos como espacios cósmicos, y las letras son a ratos golpes de realidad y a ratos meros cuentos de ciencia ficción. En esas dualidades se movió la banda durante su show, liderada por un Cronise con camisa de leñador y rostro pelado (sin barba resultaba irreconocible) que dirigió el concierto con apatía, mientras irradiaba un magnetismo que enganchó a la mayoría de los asistentes. Ayudaron, claro, algunos de los clásicos de los tejanos, como «Tres Brujas«, «Seven Sisters» o «Freya«, que hicieron que las primeras filas se volvieran locas.
Si bien es cierto que los temas más nuevos parecen estar desviando el sonido de la banda, haciendo prevalecer las melodías y el groove por encima de la brutalidad y las atmósferas brumosas, un set perfectamente equilibrado hizo que la obra de The Sword siga pareciendo un todo coherente, un camino con bifurcaciones y altibajos, pero bien definido. Tan bien definido que sólo a ratos consiguieron romper el ritmo excesivamente monótono de un show tan variado como los propios temas permiten. Nada que ignorásemos de antemano, en todo caso. Los bises, con la excelente instrumental «Suffer No Fools» y «Maiden, Mother & Crone» cerraron la noche dejándonos buen sabor de boca, y la sensación de que, aun sin saber las sensaciones que generaban Mustasch en ese mismo momento, escogimos el concierto adecuado.
Julen Figueras
Más fotos: