The Gloria Story son una de esas bandas que tampoco va a salvar el rock, ni llenará estadios por Europa ni batirá a las más competitivas bazofias musicales de la escena popular.
Sin embargo, si, tal y como se empeñan en vaticinar algunos, el rock se está hundiendo, nosotros podremos seguir bailando al son de “orquestas” como ésta, que acaba de empezar a tocar y no parece que tengan intención de parar.
La mejor manera de hacer una buena crítica a estas diez canciones es nutriéndose de una buena lista de nombres clásicos, Thin Lizzy, Kiss, Queen o Cheap Trick, pues lo que en ellas nos encontramos es el trabajo de unos amantes de lo clásico que han tenido la desgracia de crecer en el nuevo milenio pero la fortuna de hacerlo en un país como Suecia, cuna de todas las mejores ideas musicales de los últimos años.
Basta un segundo, sin exagerar, de “Valentino”, que abre el disco, para saber en qué pasan las horas estos chicos: guitarras dobladas, una voz patentada por Lynott y una composición, que podría haber salido del Bad Reputation. Una vez más, sin exagerar.
Con “Total Stranger” y, sobre todo, con “When Hearts Cease to Bloom” se perpetúan las guitarras dobladas pero aparecen también coros pomposos y un estribillo que bien pudieran cantar algunos de los más macarras de L.A. Un himno, éste, para que cante su público sueco (porque, no nos engañemos, la banda no recorrerá todavía muchos kilómetros fuera de casa si no es forma de CD).
Y volvemos a los setenta con una canción de carretera, “Highway” precisamente, con un gran trabajo de guitarras y voces, donde toca agradecer la fortuna de contar en sus filas con tres gargantas que intercambien roles.
“That 70’s Night” rebaja las revoluciones y nos regala una dosis de power pop sensible pero no falto de marcha, tras la cual, “Baby Let the Good Times Roll” y “I Don’t Wanna Be Your Bet” nos vuelve a trasladar a la Irlanda que más amamos, pasado, eso sí, por el filtro de la modernidad, más pesado, a ratos sucio, que viene a recordarnos que seguimos en el siglo XXI, a nuestro pesar. “The Gloria Story” no son tan famosos ni tan talentosos como The Darkness, por ahora son algo así como los hermanos pequeños que todavía están aprendiendo, pero que con un disco de tan impecable factura e indiscutible buen gusto, puede que pasen a esa primera liga en la que se encuentran unos pocos.
Curiosamente, hasta la octava canción no llega el single elegido por los suecos, “I Can Make You Run”, una sobredosis de power pop para sufrirla en momentos sensibles o para cantarla y saltarla hasta la extenuación si nos coge en buen momento.
“15.000 FT” nos obliga a pensar inmediatamente en los Kiss horteras de los ochenta, pero la voz, más cercana a Andrew Stockdale que a Paul Stanley, cambia de rumbo la canción y nos endosa un poderoso rock a toda caña, pocas veces escuchado y con algunas ideas muy buenas en sus casi cinco minutos.
Para finalizar, una balada cuyo in crescendo se da a través de coros, chelos, guitarras acústicas y melodías preciosas, una dulce forma de terminar un álbum que nos ha empujado a quemar calorías moviendo el pie a su ritmo para dejarnos reposar en esos últimos minutos todo lo escuchado.
Que no nos asuste la cantidad de nombres de altura mencionados, ni esa portada que vaticina lo peor: “The Gloria Story” no llevan ni dos años trabajando duro y ya tienen a la venta un álbum que no es una obra maestra pero sí un notable esfuerzo; unas composiciones a las que no les falta prácticamente nada, un par de posibles himnos y melodías que beben de los mejores pero que desembocan en otra cosa, un estilo más propio, todavía esperando a ser pulido. Desde luego, el germen de lo que va a ser dentro de un tiempo una gran banda ya lo tenemos en “Shades of White”.
Sin embargo, si, tal y como se empeñan en vaticinar algunos, el rock se está hundiendo, nosotros podremos seguir bailando al son de “orquestas” como ésta, que acaba de empezar a tocar y no parece que tengan intención de parar.
La mejor manera de hacer una buena crítica a estas diez canciones es nutriéndose de una buena lista de nombres clásicos, Thin Lizzy, Kiss, Queen o Cheap Trick, pues lo que en ellas nos encontramos es el trabajo de unos amantes de lo clásico que han tenido la desgracia de crecer en el nuevo milenio pero la fortuna de hacerlo en un país como Suecia, cuna de todas las mejores ideas musicales de los últimos años.
Basta un segundo, sin exagerar, de “Valentino”, que abre el disco, para saber en qué pasan las horas estos chicos: guitarras dobladas, una voz patentada por Lynott y una composición, que podría haber salido del Bad Reputation. Una vez más, sin exagerar.
Con “Total Stranger” y, sobre todo, con “When Hearts Cease to Bloom” se perpetúan las guitarras dobladas pero aparecen también coros pomposos y un estribillo que bien pudieran cantar algunos de los más macarras de L.A. Un himno, éste, para que cante su público sueco (porque, no nos engañemos, la banda no recorrerá todavía muchos kilómetros fuera de casa si no es forma de CD).
Y volvemos a los setenta con una canción de carretera, “Highway” precisamente, con un gran trabajo de guitarras y voces, donde toca agradecer la fortuna de contar en sus filas con tres gargantas que intercambien roles.
“That 70’s Night” rebaja las revoluciones y nos regala una dosis de power pop sensible pero no falto de marcha, tras la cual, “Baby Let the Good Times Roll” y “I Don’t Wanna Be Your Bet” nos vuelve a trasladar a la Irlanda que más amamos, pasado, eso sí, por el filtro de la modernidad, más pesado, a ratos sucio, que viene a recordarnos que seguimos en el siglo XXI, a nuestro pesar. “The Gloria Story” no son tan famosos ni tan talentosos como The Darkness, por ahora son algo así como los hermanos pequeños que todavía están aprendiendo, pero que con un disco de tan impecable factura e indiscutible buen gusto, puede que pasen a esa primera liga en la que se encuentran unos pocos.
Curiosamente, hasta la octava canción no llega el single elegido por los suecos, “I Can Make You Run”, una sobredosis de power pop para sufrirla en momentos sensibles o para cantarla y saltarla hasta la extenuación si nos coge en buen momento.
“15.000 FT” nos obliga a pensar inmediatamente en los Kiss horteras de los ochenta, pero la voz, más cercana a Andrew Stockdale que a Paul Stanley, cambia de rumbo la canción y nos endosa un poderoso rock a toda caña, pocas veces escuchado y con algunas ideas muy buenas en sus casi cinco minutos.
Para finalizar, una balada cuyo in crescendo se da a través de coros, chelos, guitarras acústicas y melodías preciosas, una dulce forma de terminar un álbum que nos ha empujado a quemar calorías moviendo el pie a su ritmo para dejarnos reposar en esos últimos minutos todo lo escuchado.
Que no nos asuste la cantidad de nombres de altura mencionados, ni esa portada que vaticina lo peor: “The Gloria Story” no llevan ni dos años trabajando duro y ya tienen a la venta un álbum que no es una obra maestra pero sí un notable esfuerzo; unas composiciones a las que no les falta prácticamente nada, un par de posibles himnos y melodías que beben de los mejores pero que desembocan en otra cosa, un estilo más propio, todavía esperando a ser pulido. Desde luego, el germen de lo que va a ser dentro de un tiempo una gran banda ya lo tenemos en “Shades of White”.
Julen Figueras