Qué bueno es cambiar de estilo de música de vez en cuando. Esto es lo que he estado haciendo durante esta semana y reconozco que ha sido muy agradable. He vuelto a emocionarme con estilos musicales que tenía un poco dejados en el olvido, y que solamente en momentos determinados volvía a escuchar. Este ha sido el caso y lo ha hecho con máxima atención, y es que no en vano, este disco de Supersonic Blues Machine lo he oído y escuchado en más de 10 ocasiones. Por lo tanto creo que es ahora cuando, con suficiente rigor y un definido criterio, podré explicarme con detalle acerca de este disco de blues. He nombrado el blues como el estilo más característico y en el que pivota la maquinaria central de esta formación, pero no es solo blues lo que hay en las canciones de este disco titulado “West of Flushing South of Frisco”. También el hard rock, el soul, el funk y R&B asoman en cada curva y evolución de los temas de esta banda.
Voy a presentar a los artífices del trabajo y comenzaré por el guitarra y compositor Lance López. Nació en el estado de Louisiana en 1977 y hasta la fecha ha editado con éste “West of Flushing South of Frisco” un total de nueve discos en estudio, además de dos en directo. A pesar de esto, no es excesivamente conocido por el gran público aunque sí muy respetado por los entendidos del blues. Tocó su primera guitarra a la temprana edad 8 años y fue la figura de Jimi Hendrix y una actuación de Steve Ray Vaughan y B.B. King a los 12 años la que le hizo decantarse por el blues.
El bajista Fabrizio Grossi que ha trabajado con todo Cristo (os animo a ver su web y descubrirlo de primera mano) es también el productor del disco y el contacto inicial de Lance López cuando éste pensó en montar este grupo para grabar. Su experiencia como productor ha sido clave para conseguir el potente y actualizado sonido que la banda consigue en la grabación.
Para terminar esta presentación lo hago con el batería Kenny Aronoff, que es un tipo que lleva poniendo ritmo a grupos y solistas desde hace de 30 años, y que tiene entre sus referencias iniciales a músicos de la talla de John Mellencamp, John Fogerty, Lynyrd Skynyrd y Carlos Santana, aunque también ha trabajado con artistas tan variados como Alanis Morissette, Elton John, Mick Jagger, Rod Stewart, Iggy Pop y muchos más.
La gestación del grupo comenzó en 2012 cuando Lance López contactó con Fabrizio Grossi y le planteó la idea de trabajar juntos. A partir de ese momento todo fue fluido y ambos comenzaron a colaborar en este disco que plantea diferentes modos y estilos de entender la música. Siempre desde los variados caminos que un buen músico de rock sabe andar para hacer el viaje más amenos e interesante. La conexión fue máxima desde el inicio y el encuentro muy fructífero puesto que los temas fluyeron con rapidez y máxima complicidad.
Además de los nombrados músicos que son la base del grupo, el disco cuenta con colaboraciones de alto calibre. La inclusión de amigos de tanto nivel da al disco ese componente de único y excepcional. Si el disco se compone de trece canciones, es en seis de ellas donde existe esta aparición y aportación, y en las que entran en escena músicos de la talla de Billy F. Gibbons (guitarra de ZZ Top), Walter Trout (guitarra para John Lee Hooker, John Mayall), Warren Haynes ( guitarra en Allman Brothers, Gov’t Mule), Robben Ford (Miles Davis, George Harrison), Eric Gales y Chris Duarte.
La manera de comenzar el disco con Miracle Man es sonido Mississippi, con armónica incluida, y te transportará mentalmente a todas esas imágenes que tenemos grabadas en nuestra memoria por haberlas visto en tantas películas y videos musicales … across the river … La siguiente canción es “ I Ain’t Fallin’ Again” y enlaza perfectamente con ese aire genuino de R&B y mayorado en los solos de guitarra al más exquisito estilo BB King con arrancadas llenas del feeling propio de estos guitarras. En la siguiente canción, “Running Whiskey”, aparece Billy F. Gibbsons para darle un toque más duro al sonido y añadir esa voz llena de historia del rock americano. Con “Remedy” hace lo propio otro de los invitados. El guitarrasta Warren Haynes se mimetiza en una canción que está impregnada de blues y soul. Lo hacen bien y seguros de poner cada toque en el sitio adecuado. No son muchas notas pero están acertadas y definen con exactitud el alma del estilo que les une.
“Bone Bucket Blues” es para Supersonic Blues Machine lo que para John Lee Hooker es su Boom Boom”. Son muy evidentes los parecidos por la estructura que el grupo ha dado a este quinto tema. Unos coros predominantes que marcan el ritmo de la canción y una infinidad de solos de guitarra rabiosos que suenan en la espalda de la banda, dan a este tema una de las mejores notas del disco. La canción que continúa es “Let It Be” y es el beluga de los caviares en un trabajo sobresaliente. Blues inspirado y de ojos cerrados. De luz tenue en la habitación. En esencia, la magia de la melancolía y tristeza que define al blues.
Para continuar este enorme momento con “Let It Be” el grupo cambia radicalmente de registro y se adentra en el funk con “That’s My Way”. Por supuesto no en el funk de discoteca sino en los inicios del mismo, en los que las voces y las guitarras se fundían en la misma melodía mientras el bajo se hacía con el más laureado de los protagonismos. Así es mi vida dice la canción. Un continuo ritmo para no olvidar la importancia de la música.
Lo que continua es sencillamente la pureza del R&B y el más alto exponente y la más refinada sensibilidad que una canción puede transmitir. Cuando David Coverdale versioneó este “Ain’t No Love (In The Heart of The City) lo hizo maravillosamente y como él solamente puede hacer. Ahora es el turno de tomar esta canción originaria de Bobby Bland y posarla suavemente sobre este disco. Acertadísima versión que relaja la intensidad pero no la calidad del trabajo. Con “Nightmares and Dreams” llega el momento más Hard Rock y es en esta tema donde pone su guitarra el en su momento denominado “niño prodigio” Eric Gales. Es momento de frenar un poco y la banda nos planta un tema a medio tiempo muy denso. Es “Can’t Take It No More” y es blues 100% . Cantando una estrofa uno y otra otro. Lance López y Walter Troud van dando una estrofa tras otra y visten de afilados solos de guitarra un tema especial donde los haya.
Nos quedan tres canciones. La antepenúltima y muy extraña “Whiskey Time (un final olvidado de Running Whiskey) que es como que la botella todavía tuviese algo dentro y se dieron cuenta tarde… Son dos minutos de psicodelia blusera y nada más. La penúltima es Finalizan con Let’s Call It A Day” y lo hacen pura y excelsamente. La maravilla de canción me lleva a lo mejor de Eric Clapton cuando éste practicada con su Strato el blues blanco y de traje. Categoría y serenidad en una interpretación que hace de éste un de los mejores temas del disco. Finalizan con “Watchagonnado” y lo hacen mezclando el funk y el blues. Los teclados saliéndose, el bajo marcando y las guitarras rompiendo y brillando en cada solo corto.
He gozado mucho, pero que mucho, con un disco que huele a genuino, y que si no le das la oportunidad pasará desapercibido, porque no creo tenga una divulgación que le haga accesible. Así que guarda mi consejo y anótate este “West of Flushing South of Frisco” de Supersonic Blues Machine en el lugar de tus notas y dale unas escuchas. Luego de esto, me dices.
Luis Maria Catediano
9/10