MYLES KENNEDY – Year Of The Tiger (2018)

Myles Kennedy, actualmente es una de las superestrellas del panorama rockero mundial. Huelga decir que su talento compositivo, su buen hacer a la guitarra y, su inconfundible y prácticamente inabarcable rango vocal, amén de sus acertadas decisiones contractuales, le han propulsado a mantenerse en un pedestal continuo, desde hace ya unos cuantos añitos.

ALTER BRIDGE y SLASH, SLASH AND THE CONSPIRATORS… Ya con estas referencias consabidas sobra como para idealizar la magnitud de este titán.

AVISO DE ANTEMANO: nada de lo que acontecerá en este disco, o casi nada, por no ser tan categórico, mantiene lazos con sus lanzamientos hasta la fecha, con los que le hemos llevado en volandas hasta donde impera. Este disco en un ejercicio de autor, seriamente personalizado. De manos hendidas hasta el corazón de la tierra que le parió, y que orgulloso, traduce a su adn musical. Más desnudo que nunca, más íntimo que nunca, más músico que personaje que nunca. Una labor de representación de los sonidos del país de las oportunidades, con predominio del acústico sobre dispersas distorsiones, y, en la voz, magnífica a todas luces, de un privilegiado. Una obra conceptual sobre la muerte de su padre en 1974, el año del dragón.

Year Of The Tiger (canción) se erige como una abandonada mansión victoriana, flanqueada por naturaleza descuidada, extensiones de vasto terreno solitario al alcance de cielos incalculables, en medio de ninguna parte. Un mastodóntico templo de demonios mundanos, devorado por la hiedra, el óxido y la historia de pilares centenarios que sostienen un porche de lunas malditas y soles de sombra.

Un exorcismo personal de biblia blues, renegada del devenir del futuro, anquilosada en lo ancestral, con rítmica vudú y danza tribal. Un lamento inquieto, hoguera ajusticiadora, maldito de belleza.
The Great Beyond, espíritu de linaje invocado, majestuoso ente, hiperbólico ensalzamiento y siniestra cuna en sus caprichosos envites. El manto dramático de sección orquestal, se agrieta por el estridente rasgueo de una guitarra incisiva y cada palada de lodo que sotierra la quebrada madera de un ataúd silábico que, según momentos, combate o acepta su destino.

Tras el paso del tornado, las consecuencias en un mediodía gris con sabor a bourbon temprano y narración profunda, irrumpen con temperamento slide y amargura de misantropía. Blind Faith es un charco pisado por botas tejanas marcando ritmo con dejadez. Blues de cabecera añadiendo armamento al ritual de complejidad nihilista.

Devil On The Wall, lapidación de ritmos Nueva Orleans, grita en color ancestral, poseída por la tradición y la festividad así como por la mística cuando el aura decide posarse en gracia.
Esperanza comedida en Ghost Of Sangri La, piel de serpiente y hebilla, sombrero cowboy y sudor arenoso. Aroma del sur y bandera raída ondeando en una parcela de orgullo nacional.

Folclore de base por travesías a través de carreteras olvidadas. Steel guitar, natural amante obcecado de sentimiento patriota, en remisión constante al maridaje percusivo del emblema clásico fundamentalista. Turning Stones.

Haunted By Desing mantiene la ruta, intimista y de acentuado proceder, con heridas rockabilly, posiblemente provocadas por un incidente etílico en un antro apartado de la mano de Dios.
En una noche sofocante de plenilunio, al calor de la embriaguez, Mother, festiva y melancólica a la vez, forajida impresionista, ancla sus pies en cada agitado movimiento de ballet redneck.

Resaca de sentimientos en aullidos exprimidos al límite de la mortalidad de la afinación para casi cualquiera que no sea Myles. Nothing But A Name no abandona los derroteros de su esencia, pero se acerca, seguro que premeditadamente, al desaparecido Chris Cornell y aquellos SOUNDGARDEN en relajada posición reflexiva.

Hermosa, solo sé definir así Love Can Only Heal. Emocional prenda de delicadas telas para arropar la intimidad que engalana este compendio de canciones. Su final de proporciones mayestáticas es imposible que te deje indiferente.

Songbird y One Fine Day planean libremente por un firmamento más transparente. Vital, complaciente, sin perder postura en su emplazamiento, pero distante, a la vez, de la intrincada trama disfuncional del inicio. De las noches más oscuras nacen las mañanas más radiantes.

Interpretación impecable para un auténtico desmarque en solitario de la imposición supuesta a sus antecedentes. América en las entrañas de otro Kennedy. Grata sorpresa.

Jesús Alijo «Lux»

Créditos:
Myles Kennedy – voz, guitarra, banjo, lap steel, bajo, mandolina
Zia Uddin – baterías, percusión
Tim Tournier – bajo
Michael “Elvis” Baskette – teclados, producción, mezcla
Jef Moll – ingeniero, edición digital
Brad Blackwood – mastering
Simon Dobson – arreglos de cuerda («The Great Beyond»)
Will Harvey – violin («The Great Beyond»)
Maddie Cutter – cello («The Great Beyond»)
Elitsa Bogdanova – viola («The Great Beyond»)