Si hay una banda capaz de re inventarse a lo largo de su ya dilatada carrera, esos son Judas Priest. Un grupo que demuestra gran versatilidad en sus producciones, dando a cada una de ellas un rasgo combinador, de acuerdo a las exigencias actuales del momento.
Turbo no iba a ser diferente. Simplemente sería, a priori, un álbum indescriptible, sobre todo teniendo en cuenta que sus dos anteriores trabajos poseían el carisma y la fuerza del auténtico Heavy Metal: Screaming For Vengeance y Defenders Of The Faith, dos álbumes considerados verdaderos himnos del Rock más poderoso, unas joyas de incalculable valor y excelencia.
La controversia estaba servida entre fans y crítica, acostumbrados como estábamos a sonidos más familiares dentro de la gran hornada de bandas que en esa maravillosa década habían conseguido alzar, desde el Rock más melódico al Metal más pesado y vertiginoso, a las más altas cumbres del Olimpo musical, cultural y social de nuestro planeta.
La imagen del grupo también generaría cierto impacto visual, y no podía ser de otra manera, su arriesgada apuesta musical así lo dictaba.
Turbo se empezó a gestar en tierras españolas (Marbella) donde Halford, Tipton y Downing escribieron las primeras canciones y culminó con la grabación en Compass Point Studios, Nasau, Bahamas. Tanto Judas Priest como su productor Tom Allom decidieron aprovechar la nueva tecnología del estudio (Sony Digital) para crear el primer álbum de Heavy Metal grabado en formato digital.
Teníamos ante nosotros una ecuación arriesgada, experimental, revolucionaria, sofisticada, y cómo no, digitalizada. Una fórmula cuyo resultado y con el paso del tiempo ha contribuido de manera extraordinaria para agrandar la leyenda de un grupo legendario.
Cuando dio a luz Turbo lo hizo con nueve canciones repletas de entusiasmo, ávidas de esperanza y, por supuesto, abrigadas por el manto incondicional y marcado sello del Heavy Metal. Todas ellas fueron acunadas con dulzura y bendecidas por sus padres presbíteros para crecer fuertes y honrar con sus melodías al gran Dios Rock.
Bajo mi punto de vista Turbo podría desgranar en tres grupos:
El primero, con los temas donde las guitarras sintetizadoras remarcan la nueva idea del grupo. Estas son, «Turbo Lover», Private Property», «Wild Nights, «Hot & Crazy Days» y «Hot For Love».
El segundo grupo, donde el gen más puro de Judas Priest propone, de forma contundente, su más que arraigada esencia. Estos son, «Locked In», «Rock You Around The World» y la maravillosa «Reckless», fantástico tema donde guitarras y voz recuperan carisma y armonía.
Por último están: «Parental Guindance», la canción más comercial del álbum, sobresaliente de principio a fin, pegadiza e incombustible como los grandes éxitos discotequeros de los 70.
… Y «Out in the Could», el corte más largo del álbum, y sin duda, una obra maestra. Con ella comenzaban sus directos (tuve la gran fortuna de verlos junto a Warlock en el Román Valero de Madrid con la ausencia de Metallica debido al fallecimiento de su joven y aclamado bajista Ciff Burton).
Con una puesta en escena digna de las grandes producciones cinematográficas de Stars Wars, «Out in the Could» es un diamante pulido por las manos de los más expertos diseñadores de sueños, y dormitando en ellos, las Musas que visitan de vez en cuando a los artistas para obsequiarlos con la inspiración.
Un álbum para la historia que no dejará a nadie indiferente.
Antonio Montoro