HOUSE OF LORDS – THE POWER AND THE MYTH (2004)

¿Suena este disco de House of Lords a los clásicos House of Lords?. No. ¿Este disco de House of Lords es un buen disco?. Si. Así se podría resumir en pocas palabras el que fue esperadísimo retorno de uno de los grupos más elegantes del Hard Rock. Sin cada uno de sus tres anteriores trabajos fueron distinto uno del otro comenzando siendo unos clones de Whitesnake luego abrazarían sonidos con influencias étnicas como en Sahara. Bien, antes que nada es destacable la ausencia del teclista Gregg Giuffria, responsable en gran medida del sonido que les hizo famosos, queriendo paliar esto con la inclusión de cuatro teclistas invitados (Derek Sherinian, Allan Okuye, Sven Martin y Ricky Phillips), pero esto no ha hecho más que confundir a los fans más puristas.

Otros factores que juegan en su contra son que se tiraron más de tres años para finalizarlo además de no verse las caras entre ellos durante la gestación del mismo. ¿De verdad esperaba alguien después de doce años desde el Demons down un disco que cubriese las expectativas?. Quizás el nombre de House of Lords ha ido engrandeciéndose demasiado a lo largo de estos años, más de lo que esta banda se merece. Por lo tanto, este disco desde una perspectiva general es un disco correcto, con una deuda muy grande con el sonido de los setenta y de Led Zeppelin mas concretamente. De un plumazo parece que se han saltado toda la grandeza de aquel sonido distintivo y han mezclado ese feeling setentero con unos arreglos «modernos».

Vayamos desgranando el disco: Comienzan con Today, una bonita intro donde se atisban ya esos toques progresivos y retros y un James Christian algo frío. All is gone tiene buenos arreglos y Am I the only one devuelve la influencia árabe en un buen medio tiempo. Junto con Living in silence nos llegan recuerdos de la época del Sahara. The power and the myth es una instrumental realmente bella pero se queda en algo más pero para un grupo de músicos de la clase de los que estamos hablando aunque Sherinian deja su sello. The rapture nos lleva al mejor tema del disco, Man Who I am es más accesible y memorable. Y a partir de aquí el disco crece instrumentalmente hablando con canciones de alto calibre como Bitter sweet euphoria, Mind trip y Child of rage, pero lamentablemente se ve falto de chispa especialmente en labores vocales. James Christian siempre ha sido un grandísimo cantante, pero quizás su calidad no ha quedado plasmada en el CD.

Puntos a favor y puntos en contra, el disco que duda cabe puede dar muchas alegrías a los fans menos exigentes, pero los que esperasen quedar atrapados por la magia de antaño, se van a ver de algún modo traicionados. Habrá que hacerse una pregunta, ¿Perjudico al grupo tomarse tanto tiempo para dar forma este trabajo? Yo diría que si, sin duda dan la talla como músicos pero naufragan como grupo.