FITO & FITIPALDIS
WIZINK CENTER, MADRID 02/06/2018
Crónica y fotos: Raúl Blanco
Por fin llego a la capital el primer round de los tres que tendrán lugar en Madrid de esta gira aniversario de Fito & Fitipaldis “20 años, 20 ciudades”. Muy corta se va a hacer la gira de Don Adolfo Cabrales, y lo va a ser porque son pocos conciertos para la cantidad de seguidores que tiene el de Zabala. Llenazo hasta la bandera para degustar una noche de Rock sin fuegos de artificio, del que sale de las entrañas.
El encargado de abrir los conciertos de esta gira es Muchachito, en un principio la propuesta era algo distinta a lo que ofrece Fito, pero Jairo (Muchachito) no es ningún principiante y supo llevarse a su terreno al público del Wizink. El primer impacto de ver a un artista solo tocando la batería (tenía tres pedales, dos para platillos y cajas y uno para el bombo), la guitarra y a la vez cantando fue bestial. Si algunos tienen problemas para tocar la guitarra y cantar a la vez, esto tiene que ser de locos, el mérito de la hora de concierto que dio Muchachito es impresionante. Únicamente recibió la compañía sobre el escenario de una sección de viento hacia el final del show que pusieron a bailar al público. Con ese toque aflamencado que recordaba en ciertos pasajes al gran Raimundo Amador, Muchachito termino sus casi sesenta minutos de show con su tema más conocido “Ojala o te hubiera conocido nunca” que levanto una calurosa ovación. Grande Jairo que se metió en el bolsillo a todos.
Despacito, tras una introducción animada mezclada con fotos, aparecía Fito sobre un escenario completamente a oscuras iluminado únicamente por un foco que centraba toda la atención en él y su fiel escudera de seis cuerdas para comenzar diciéndonos que “Siempre estoy soñando”. Estos Fitipaldis suenan de lujo, y Fito esta en ese punto en el que no necesitas ni presentar disco para decidir salir de gira y colgar el cartel de “No hay entradas”, y eso es porque, incluso si le apeteciera, tiene canciones de sobra para cambiar el repertorio en todas y cada una de las fechas de la gira sin que se resienta la calidad. Como comprenderéis, no es de extrañar que si dice “a dejarnos la puta voz todos” y empiezan los acordes de “Por la boca vive el pez” aquello se venga abajo.
Por buscarle algún pero al concierto, la parte central con “No soy Bob Diddley” y “Me tienes frito”, ambas acompañado únicamente por Muchachito y Javier Alzola, corta demasiado el ritmo, la gente se viene un poco abajo. La solución para levantar de nuevo el show, momento invitados, en esta ocasión tuvimos la suerte de disfrutar de Enrique Urquijo (“Quiero beber hasta perder el control”), Leyva (“Viene y va”) y Carlos Tarque (“Para toda la vida”), me resulta imposible decantarme por una de las tres, cada una en su estilo y con su toque personal resultaron maravillosas, quizás sentimentalmente, Enrique se lleva el gato al agua.
Todo va rodado, Fito en ningún momento pierde la sonrisa y la complicidad con la banda y es que es normal, la calidad que hay sobre el escenario es para que este como si se hubiera bebido un mini de tila, no voy a descubriros nada pero solo por comentarlo para los más despistados, brutal la pegada elegante de Daniel Griffin, impagable la base rítmica que ofrecen las cuatro cuerdas de Alejandro Climent y si quieres ponerle un frac a tu música necesitas un Saxo y para eso está el gran Javier Alzola, escudero fiel de Fito desde hace muchísimos años. No, no se me ha olvidado, que queréis que os diga de Carlos Raya, la clase se le cae de los bolsillos, sobresaliente.
Estábamos llegando a las dos horas de concierto cuando comenzamos con los bises, Fito sale de nuevo en solitario, esta vez acústica en ristre para hacer “Rojitas las orejas” dejando abandonada la guitarra en el suelo, aun sonando, mientras el parecía ir en busca de la banda para hacer “Soldadito marinero” para regocijo del personal. La noche tocaba a su fin y los temas elegidos para la ocasión, “Entre dos mares” y “Acabo de llegar. Es imposible no disfrutar en un concierto de Fito, independientemente las veces que le hayas podido ver, tienes aseguradas más de dos horas de auténtica diversión. Todavía te quedan fechas, quizás tenga que desplazarte para verlo porque la pereza te haya dejado sin entrada en tu localidad pero sin duda merece la pena hacer unos kilómetros con los colegas para pasar una grandísima noche de rock., no lo dudes.
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