DREAM THEATER – DREAM THEATER (Roadrunner 2013)

Nada nuevo bajo el sol. Si en su anterior trabajo iban sobre seguro, en este disco no han arriesgado mucho más. Algunos ya empezamos a echar de menos esa experimentación de la que hacían gala hace unos años, no siempre del gusto de todos. Porque, amigos, jugar siempre a rojo o negro no tiene gracia. Y DT ahora mismo es una apuesta segura. No hay lugar para las sorpresas.

Tras la peliculera “False Awakening Suite”, que esperamos que en la próxima entrega de Star Wars tenga su sitio, pero que aquí, francamente, se hace un poco pomposa y extravagante para un disco de Rock, nos sumergimos en el meollo de la cuestión, los temas que conforman el nuevo trabajo de los neoyorquinos.

Temas duros, como “The Enemy Inside”, donde Petrucci toma el mando con sus atronadoras rítmicas y su dosis habitual de shredding. Por momentos, nos viene a la memoria la feroz “Lie”, y los tiempos en los que Portnoy gobernaba la nave. Por cierto, y mira que me jode decir esto, no se le echa de menos. Mangini se ha ganado el puesto con su original y versátil golpeo.

Marcianadas, como “Enigma Machine”, una instrumental para escuchar con la boca abierta, y no digamos el día que la contemplemos en directo… o “Illumination Theory”, el largo tema que cierra el disco, con sus cambios de ritmo imposibles, atmósferas, exhibicionismo… bienvenidos de nuevo a un disco de Dream Theater. Eso sí, la sección orquestal central, soporífera, pero excelente para ir a dormir plácidamente. Qué desperdicio de minutaje.

Los momentos tranquilos, como “Along For The Ride”, también con secciones de cuerda, donde Rudess toma algo de protagonismo con los solos y las atmósferas con las que empasta y añade dramatismo al tema. Algo parecido sucede con “The Bigger Picture”.

Y los mejores temas del disco, “Behind The Veil”, con su sutil intro y el riff poderoso, alternando con toques progresivos y, sobre todo, “The Looking Glass”, una especie de “Dream Theater meets Rush”, con uno de esos solos majestuosos de Petrucci que ponen los pelos de punta por su belleza.

En definitiva, un buen disco, sin más. No creo que pase a la historia como uno de los mejores trabajos del grupo, pero que mantiene el nivel que la banda se ha marcado en esta era, el de no arriesgar más de lo necesario. Aunque, la verdad, a estos chicos lo de estancarse no creo que les venga nada bien. Tendrían que justificar su estatus de mejor banda progresiva del planeta, y para eso, señores, hay que hacer precisamente eso…. progresar.

Ritchie Moreno

Jordan Rudess, Teclados
John Petrucci, Guitarra
John Myung, Bajo
Mike Mangini, Bateria
Kevin James LaBrie, Voz