Teniendo aún los recuerdos del sensacional concierto de La M.O.D.A. en mi retina sensorial, no veo mejor momento para ponerme a escribir unas líneas sobre uno de esos discos desconocidos, que pasan desapercibidos para la gran mayoría, pero que por alguna razón se te quedan enganchados al cerebro y a los oídos… y amenazan con quedarse para siempre.
“The liberation” tiene poco o nada que ver con las canciones de los burgaleses. Pero para mi tienen un gran punto en común: ambos grupos consiguen enganchar con las emociones de las personas, y ahí, en ese momento en que la música toca las emociones, entonces todo cambia: “quiero quedarme a vivir en ese instante, en el que la montaña rusa llega arriba y no antes”.
Los alemanes DISILLUSION eran unos perfectos desconocidos para mi hasta hace unas pocas semanas. Y eso que hace unos 15 años sacaron un fantástico “Back to the times of splendor”, que para muchas revistas especializadas es uno de los mejores álbumes de Death Melódico de los últimos años. A las constantes habituales del género le añadieron un punto importante de progresivo y de épica, que hacían de muchas de las canciones algo realmente único. Si te gusta este estilo y aún no lo has escuchado, te lo recomiendo encarecidamente.
Tras otro menos trascendente “Gloria” y una parada de 13 años, nos regalan ahora un “The liberation”, dónde retoman la senda que mejores frutos les dio. Y lo hacen sin miedo, sin ataduras, apostando más por su lado progresivo, épico, monumental y emocional, que por los guturales sin piedad, que también los hay. En sus más de 60 minutos, hay tiempo para todo, pasajes tranquilos, reveladores, furia sin piedad y muchas melodías memorables. Pero sobre todo hay viaje, hay montañas rusas sonoras que son las que hacen de este disco algo especial.
Las primeras escuchas que le di, muy bajitas y sin prestarle toda la atención, me aburrieron. No lo entendí. Y me acordé del último disco de TOOL, largo, presuntuoso (que me perdonen sus fans, pero es lo que me transmitió a mi). Así que se lo recriminé al Capi Jesús Alijo Lux. Su respuesta no pudo ser más clara: “a mi me tiene loco… dale una oportunidad al volumen adecuado y prestándole atención”. Y joder si tenía razón. Una vez más. Menos cuando se empeña en recetarme raciones extra de “azúcar” en dulces discos de AOR.
La mayor parte de los discos, los disfrutamos más cuando los hemos escuchado muchas veces y nos conocemos todos los recodos. Pero a mi me ha pasado lo contrario con este disco, que la primera vez que lo escuché “adecuadamente”, es casi cuando más los disfruté, cada subida, cada bajada, cada riff, cada gutural, cada parada. Lo mejor son sus 3 temas largos, “Wintertide”, “The liberation” y “The mountain”, que superan los 12 minutos. Las 2 primeras son sencillamente sublimes. Aquí muestran sus mejores armas, mostrándose agresivos, pero añadiendo todos los elementos mencionados antes.
Pura música, pura emoción. Con una producción brillante que permite lucirse a todos los músicos. Una parte que creo que tiene también un papel fundamental son las letras, aunque tristemente no me ha dado mucho tiempo a sumergirme en ellas y creo que es uno de los ingredientes estrella de la receta. Qué tiempos aquellos en los que teníamos acceso únicamente a 1 ó 2 discos al mes, y nos leíamos los libretos (hasta los agradecimientos del final!!) y aprendíamos las letras, como la lección de Historia.
“The great unkown” tiene un ataque inicial mucho más directo, más contundente, aunque el león no puede mutar, y también a mitad del tema hacen una parada, suave, misteriosa, melancólica, que nos lleva hacia el final del tema sin acelerar al máximo ya. “Time to let go” es el tema que mejor entra de inicio, guiado ya desde los primeros compases por una melodía intensa, reconocible, que se repetirá muchas veces durante los casi 6 minutos de tema. El estribillo es también muy reconocible y te aseguro que se te quedará en la cabeza y lo tararearás muchas veces durante los siguientes días. Es un tema de atmósferas tranquilas, pero a mitad se marcan unos guturales y suben el pistón, para recordar que aquí lo que mandan, son los cambios. La montaña rusa sonora. La emoción. Lo estoy escuchando mientras escribo y tengo la carne de gallina.
“A shimmer in the darkest sea” empieza tan suave, que parecen unos cantos gregorianos subiendo en intensidad. El inicio con el bajo y la percusión es hipnótico, sinuoso, fascinante. El estribillo es también lento, intenso, épico, de nuevo los pelos como escarpias: “My hands are cold, my sould it feeds / on failure and catastrophe / my silence signs an endless song / it weeps until the morning comes”. Desde luego no es la típica “lenta” que le pondrías a alguna chica para conquistarla. Música que toca los sentidos.
Si lo que te pide el cuerpo es música sencilla, singles de 3 minutos de los que nos sacan la sonrisa y nos hacen mover las melenas, no busques aquí. Si te gusta la música que te toca el corazón, que te lleva de viaje emocional, y además dispones de 1 hora de tu tiempo para dedicarle plena atención, no se me ocurre mejor recomendación que este “The liberation”. Agresividad, melodías, atmósferas. Música y más música.
Palabra de Metalson
Iñigo «Metalson» (The Lux Team)