ZURBARÁN ROCK 2018 – Crónica

La promesa:

Tercera edición del ZURBARÁN ROCK en la que tirar la casa por la ventana se convirtió en noticia comentada y compartida por multitud de medios y redes. El cartel expuesto no era para menos. De repente, sin aviso, la organización decidió dar un salto internacional en la contratación de los grupos a ofrecer en su tercer cumpleaños. Del Metal al Hard Rock, el Aor, el Progresivo y el Rock aplastante, sin extremismos innecesarios para poder congregar no solo a los amantes de la música, sino, al estar integrado en las fiestas principales de Burgos, San Pedro y San Pablo, en su escenario principal de eventos ubicado en el corazón verde de la ciudad, reunir a curiosos y transeúntes de todas las edades y estratos sociales para ofrecer una alternativa completamente diferente a la ya trasnochado hábito al uso de una gran parte de ayuntamientos nacionales. Pero no, esto no tenía nada que ver con los colores políticos que rigen la burocracia territorial, semejante ocurrencia se perpetró desde una de las peñas integrantes del meollo festivo de Burgos y sus apasionados seguidores, que, con mucho esfuerzo, ahorro y donaciones comerciales y privadas, sacaron adelante un sueño para ellos mismos que, por extensión, se convertiría en una realidad para unos atónitos, entre los que me incluyo, fieles a la música. Por cierto, totalmente GRATUÍTO.

Desde la escudería Frontiers, en asociación productiva, se nos obsequiaba con: los ingleses CITY OF THIEVES nueva promesa europea de Hard Rock macarra, KING COMPANY, finlandeses, a punto de entregar su segunda obra de Hard Rock – Aor melódico tras el cálido recibimiento de su primer larga duración y la dupla italiana representada por los desenfadados Hard rockeros HELL IN THE CLUB y, los excelsos metalo – progresivos, en única fecha española, DGM. Pero honrando a sus vecinos, la organización, como no podía ser de otra manera y como siempre han abanderado, incluyó a dos bandas locales, ARCANIMA y SEND.

La realidad:

Uno de Julio de 2018, la fotografía de un recuerdo imborrable para un servidor. Por fin un festival Rock se instalaba en las entrañas de la cuna del Cid, sonrojando a un impasible ayuntamiento que mira hacia otro lado a la hora de mimar a sus habitantes con motivo de sus celebraciones patronales, y al que le han tenido que sacar las castañas del fuego, los integrantes de la peña del barrio de ZURBARÁN y los comunicadores en las ondas burgalesas del programa de La Puerta de Gehena. Pero como la verdad honra, he de matizar que los gobernantes de la ciudad contribuyeron en la cesión del magnífico escenario principal y sus dotes técnicas para el desarrollo de esta criatura que ha echado a correr cuando acababa de dar sus primeros pasos.

Las 18 horas de la tarde se aproximaban y la organización, nerviosa como el que espera a el alumbramiento de un nuevo hijo, ya se posicionaba para dar el pistoletazo de salida, tras meses, y en concreto ese día, de largas (y lo que quedaba) horas de trabajo. Y es que, aunque todos sabían que debían batallar contra la tradición española en plenitud durante el primer tramo del evento, no dudaron en mantener el rigor de los horarios, en uno de los muchos alardes de disciplina que manifestaron. Por un lado jugaba la Roja que alargaba, con prórroga y penaltis, su infame periplo en el mundial ruso, acabando eliminada como todos conocen. Por el otro, las arcaicas corridas de toros, la siesta y la resaca del primer sábado de fiestas. Vamos, un catálogo de distracciones varias circunscritas a los oriundos de Iberia, que hacían presagiar un desarrollo menos ampuloso del merecido (sin contar el rival festivalero de ese fin de semana, el Download, y del siguiente, el RockFest.

Una cosa sí he de remarcar y es que me llamó la atención sobremanera. Pese a su lógico estado de alteración, su profesionalidad brilló sin parangón, llegando incluso a recibir y buscar con el nombre propio en la boca a amigos y testigos de prensa para saludar, acreditar y proporcionar todo tipo de facilidades para la labor. Increíble, encomiable y ejemplo que debiera cundir para muchos. ¡Chaupeau!

Con puntualidad entraba en escena un Chuchi, integrante fundamental de este triunfo, rebosante de felicidad y, con mordacidad desatada, daba paso a la presentación de la primera banda, a los burgaleses ARCANIMA.

Su Heavy Metal típico me pareció demasiado pretencioso, contando con excesivos pregrabados para poder mantener unos temas que, supongo que por los nervios, quedaban algo deslucidos por las salidas de tono de su vocalista, falto de fuerza, y los numerosos fallos técnicos que protagonizaron. Y digo pretencioso porque una banda que busca hacerse un hueco no debería, desde su anonimato, abusar de las tecnologías en un género que se erige por la naturalidad de sus instrumentos y la pureza de su intención básica. Como detalles, estos elementos siempre ayudan, pero nunca deben eclipsar, como sucedió, el poder de la tradición. No obstante cuentan con varios elementos a su favor, una sección rítmica sobria, unos coros necesarios de su guitarrista y, por encima de todo, su juventud y energía.

Cerca del centenar de personas les acompañaban pese al retraso de asistencia perpetrado por los de Iniesta, que, incluso bajo un sol apremiante, no dudaron en arropar a la formación con sus aplausos

Con puntualidad inglesa, incluso demasiada, minutos antes de lo previsto, tomaban la alternativa los británicos CITY OF THIEVES. Nuestro `speaker´ del festival les introdujo al colosal escenario, donde la formación en power trio, no encontraba sombra donde no dorar sus pieles y empapar en sudor los atuendos propios de excursionistas peregrinos. Sin un referente discográfico sobre el que medir su cancionero, explotaron su vena de riffs Hard Rock de vieja escuela AC/DC con la contundencia AIRBOURNE y su propia demarcación compositiva de carácter actual, dejando claro que tienen algo especial que hará hablar de ellos.

El vocalista Jamie Lailey posee la cólera de Blackie Lawless y de Joel O´Keefe, vibrando en cada estallido de emoción salvaje a cuestas con su bajo, abonando contundencia para que la batería de Will Richards apisone sin piedad con técnica pasional. El guitarrista Ben Austwick saca partido a su estatus de `desgarra – cuerdas´ afilando cada ritmo y solventando los solos con facilidad. Suenan compactos y temas como Animal, Fuel and Alcohol o Ride It son ideales para no dejar de moverse. Cercanos con el público y haciendo honor a su parafernalia rockera, los brindis y la jovialidad parecían una extensión natural de su propuesta. Espero que el tiempo les posicione en su lugar pues son una banda a tener muy en cuenta, una respuesta a las grandes bandas, de sonidos similares, australianas y americanas.

SETLIST:

1.- Damage
2.- Animal
3.- Something of Nothing
4.- Buzzed Up City
5.- Fuel + Alcohol
6.- Born To Be Great
7.- Ride It
8.- Right To Silence
9.- Give It Away
10.- Hammered Again

Tras los cambios necesarios, el momento de disfrutar de uno de los grupos más deseados por los incondicionales de la escena melódica, KING COMPANY, aterrizaba. Como bien nos contaba Mirka Rantanen (THUNDERSTONE, WARMEN, KOTILPETO), batería y mentor de la banda, en una entrevista para esta casa, su anterior vocalista Pasi Rantanen tuvo que abandonar la formación por motivos de salud, por lo que Leonard F Guillan sería el nuevo frontman de la banda. Un tío enérgico y comunicativo (¡se manejaba con el castellano!), en un cruce de tonos vocales a lo David Covedale, Steve Lee, Erik Grönwall y estética Joe Lynn Turner.

Estela clásica de bandas del calibre RAINBOW, EUROPE o WHITESNAKE con mucho bagaje de su escuela escandinava, demostrando clase en sus compases más armoniosos (Shining, Wings of Love, No man´s Land) y quizás algo de ingenuidad hereditaria (siempre bienvenida) en los arrebatos más potentes (One for the Road, Desire, Coming Back to Life y su disfrutado solo de teclado). No solo nos obsequiaron con temas de su debut, sino que ya aventuraban los misterios de su próximo Queen of Hearts, que parecieron funcionar bien, a pesar del desconocimiento general, con un público ciertamente entregado. El sonido fue bueno, salvo algún embotamiento y los coros sonaban francamente bien. Músicos curtidos a los que una dosis mesurada de kilómetros les acabará de sentar bien para completar su oferta y hallarse en sintonía con su nuevo miembro.

SETLIST:

1.- One for The Road
2.- Wings of Love
3.- One Day of Your Life
4.- Farewell
5.- Queen of Hearts
6.- No Man´s Land
7.- Lving in a Hurricane
8.- Desire
9.- Cast Away
10.- Shining
11.- Coming Back To Life
12.- In Wheels of No Return

Con un cielo encapotado, amenazante y con media hora de impás necesaria, Chuchi volvía a las tablas para hacernos olvidar los avatares del clima e introducirnos a una nueva ración de Hard Rock de primera. HELL IN THE CLUB han subido como la espuma con su despreocupado deje festivo ochentero y monumental sonido moderno, construido en canciones de gancho fácil y movilidad sin restricciones. Primer arremolinamiento de gente que, me sorprendió, conocían la totalidad de las canciones de los italianos. La fiesta estaba asegurada.

Guitarra, bajo, batería y voz desgranaban con soltura un repertorio nacido para ganar. Un pero enorme supusieron los nada disimulados coros de multiplicación tumultuosa que ejecutaron para coronar sus estribillos, pregrabados, que fueron usados con sapiencia para embaucarnos con su Hard modernizado, pero que resta, junto a más elementos electrónicos (la exhibición jazzística de I Wanna Swing Like Peter Parker, los teclados puntuales), la justicia a músicos que salen desnudos de ornamentos a desangrar, para bien o para mal, el arte de sus creaciones. No obstante fueron, reitero, utilizados como añadido de herramienta, en su mayoría, para potenciar y no para fundamentar. Cortes frescos y revitalizantes como Shadow of the Monster, We Are on Fire, Rock Down This Place, No Appreciation (dedos anulares demandados, más o menos un `al que no le guste que se joda´) o Devil On My Shoulder nos secaron la garganta con nuestros cantos a grito pelado, pero es que es complicado no ceder a semejante colección de himnos. La banda anquilosada en movimientos, correctos en interpretación, centraba el alma s en el inquieto frontman Davide Moras que abarcaba la totalidad del escenario. Noté baja su potencia vocal en comparación a sus discos a pesar de jugar sus cartas con maestría.

Como anécdota, su batería oficial no pudo viajar con ellos, siendo reemplazado, con tan solo una semana de antelación para aprenderse los temas, por Marco Lazzarini (SECRET SPHERE), el cual no dio impresión alguna de no encontrarse en su elemento. Soberbio en ejecución y pegada, nos deleitó con un solo de batería arropado por sintonías varias (de Jazz a música circense pasando, por mencionar una de ellas, por la cabecera de los Simpson), divertido y original. Tal fue la entrega del respetable que las gotas de lluvia que caían con timidez, no consiguieron mover ni a un alma afuera del frontal del escenario. Tras casi hora y media de recital eufórico y con ademán de abandonarnos, los gritos del gentío pedían más, por lo que en atención para con todos, el cuarteto salió de nuevo, de frente, a pesar de tener que repetir un, más descafeinado que en la primera tanda , Devil On My Shoulder, pero las horas de ensayo no dieron para más y, con batería nuevo tocar catorce temas ya me parece un logro.

SETLIST:

1.- Natural Born Rockers
2.- Shadow of the Monster
3.- Proud
4.- Houston We´ve Got No Money
5.- We Are The Ones
6.- We Are On Fire
7.- I Wanna Swing Like Peter Parker
8.- On The Road
9.- Withered In Venice
10.- Bite of the Tongue
DRUM SOLO
11.- Rock Down This Place
12.- No Appreciation
13.- Devil On My Shoulder
14.- Le Cirques Des Horreurs

La labor de los técnicos de sonido fue maravillosa a lo largo y ancho del festival, Producciones Salas, importante órgano motor de la movida musical burgalesa, estuvo a la altura, con unos técnicos atentos a cualquier avatar circunstancial y que realizaron su labor a la perfección, sonando todo cristalino, potente y sin dejar sordo a nadie. Sobresaliente para estos profesionales.

El puesto de merchandising siempre tenía visita, pero la simpatía y la atención de sus dependientas era mayúscula. Camisetas del propio Zurbarán y material de las bandas que actuaban, sin aturullar con demasiadas referencias, resultando la visita apetecible y generosa para nuestros bolsillos. Un acierto más.

Tras la irrupción de los fuegos artificiales que coronaron en los cielos el ambiente festivo de la ciudad, en la hora bruja, los deseados DGM tomaban el asalto, ante un lleno absoluto, del escenario ampuloso que posee el paseo Sierra de Atapuerca. Sonido inmaculado para una formación de destreza musical superlativa, dirigida por el afamado Simone Mularoni a las seis cuerdas y unos compañeros que le van a la zaga.

Su propuesta quizás no sea multitudinaria pero ver tan avezados interpretes sobre un escenario debería ser orden municipal. Rescatando temas de su más reciente y exitosa etapa, los italianos se concentraban en manifestar sus habilidades técnicas para dejar que un jovial Marco Basile fuera animador del cotarro, amén de su descomunal torrente vocal, tan personal como bello. Verdad que también tuvieron que tirar de pregrabados para poder extender su manto de voces emocionantes en respuesta a la principal, pero aquí, indudablemente, sí que fueron utilizadas como un instrumento más, necesario, para comprender el ambiente que transmite la banda. Virtuosismo que dejaba con la boca abierta a la gente, paralizando nuestros movimientos en pro de la atención.

Mularoni es un hacha, dominador de diferentes técnicas expuestas en temas que oscilan desde protuberancia metalera al progresivo más Aor. El joven teclista que ayudaba en las fugas neoclásicas y coloreaba cada atmósfera seducía, dejando que la sección rítmica (Fabio Constantino a la batería y Andrea Arcangeli al bajo) empujara o frenara, según marcan sus enrevesados envites, con explosiva astucia. Un lujo que se tradujo en algo menos de hora y veinte minutos, un momento de éxtasis sensorial.

SETLIST:

1.- The Secret
2.- Animal
3.- The Passage
4.- Reason
5.- Repay
6.- Ghost of Insanity
7.- Fallen
8.- Trust
9.- Hereafter
10.- The Movie

Entre bambalinas con los músicos y con parte de la organización (Laura, Israel, Medrano, Potolo, Chuchi, Andrés y recordando a los ausentes), pude comprobar, una vez más la humanidad y profesionalidad de este equipo que no nos descuidaron en ningún momento, es más, nos agasajaban a pesar de sus ocupaciones.

Tras el último cambio pertinente, previo a salir a escena SEND, banda burgalesa con intenso seguimiento, un servidor fue convidado a compartir labores de presentación con el incansable Chuchi, y es que dos tercios de la formación fueron compañeros de sueños y desvelos de nuestra banda, MISTER MACHÍN, hace unos cuantos años ya. Como un honor acepté el reto y mis palabras rugieron para echar más gasolina al público que ya ardía por lo acontecido y por las ganas de ver a sus vecinos.

Personalmente no soy seguidor del estilo del trio, un Rock potente y callejero que conecta con la audiencia con facilidad, y he de reconocer que sonaron como un tiro a pesar de que Israel, su incansable y bailarín bajista, me comentaba unas horas antes que estaba recién salido de una intervención en la mano y que haría lo posible. Y así lo hizo, lo hicieron, demostrando tablas y sonido, dirigidos por maese David Sendino. Una apuesta segura para cerrar una jornada de gala.

La resaca:

Aunque la mayoría de adjetivos que he de atribuir a la organización sor superlativos, he de confesar que, no siendo culpa de ellos pero como nota que sí sé que tomaran para futuras ediciones es que, junto a los órganos competentes intenten consensuar un plan para que, tras un evento de estas características y sin apelar al civismo general (cada uno es mayorcito), se encuentren vías funcionales para cubrir las necesidades humanas (fisiológicas y no tanto…) con una mayor dotación de servicios y puntos de acumulación de basuras. No es necesario que tras un concierto tan maravilloso quede, al día siguiente, la apariencia de una batalla campal de basura.

Para todo lo demás Mastercard, quiero decir ¡Zurbarán! Gracias por esta velada necesaria en un Burgos desangelado de conciertos para los más rockeros.

Nota: Notable alto.

Gracias a Andrés de Tattoo Rock por su reportaje fotográfico.

JESÚS ALIJO «LUX»