THE TEMPERANCE MOVEMENT – A Deeper Cut (2018)

Olvidaos de los clichés sobre primeros, segundos y terceros discos. Cuando una banda viene empastada de serie, pulida por cientos de conciertos y una complicidad fuera y dentro de los escenarios, ningún disco es un palo de ciego. A The Temperance Movement no le queda apenas evolución en el horizonte, porque ya venían con un sonido bien apuntalado. Y “A Deeper Cut” es, como tal, una continuación natural de lo publicado hasta la fecha, que aguanta el puñetazo de modas, ventas y cambios de formación.

La banda perdió primero a Luke Potashnick y salió airoso con la incorporación de Matt White. A Potashnick le interesaba más la vida en el estudio, mientras que The Temperance Movement, lo sabe cualquiera que haya estado en un bolo suyo, es una banda de directo. Poco después sería Damon Wilson quien dejaría el barco, por querer pasar más tiempo con su familia. Esto también lo sabe cualquiera: para que una banda de esta categoría sobreviva, necesita una dedicación exclusiva. “A Deeper Cut” es, pues, el primer disco sin dos de sus miembros originales, pero ello no parece haber afectado a su sonido en lo más mínimo.

La banda de Phil Campbell ha entrado ya en una fase en la que difícilmente sorprenderá a nadie, salvo por su consistencia a la hora de presentar temas de calidad, más o menos inspirados, pero ninguno que parezca colocado como relleno. Maestros en lo suyo, The Temperance Movement parecen haberse dedicado a sobrevivir tras dos bajas de considerable peso, publicando un disco que no tira ni hacia atrás ni hacia adelante, que más o menos se mantiene en lo que podíamos esperar de ellos. Y eso, en este caso, es bueno.

Si con los adelantos que hemos ido escuchando en las últimas semanas (esa “Caught in the middle” con la que arranca el disco) podíamos llegar a pensar que la dirección tomada por la banda empezaba a acercarse a derroteros más pesados y puramente rockeros (alejándose del soul y el americana), el resto de “A Deeper Cut” nos sacan del equívoco. Un poco como una mezcla de su estratosférico debut y su no menos notable continuación “White Bear”, este tercer trabajo continúa echando mano de los riffs con músculo y el sonido ensuciado de su predecesor (“Built-in forgetter”, “Love and Devotion”), pero también recupera los sonidos más delicados de aquel primer trabajo.

Hay, por tanto, mucho soul (“Backwater zoo”), hay medios tiempos que echan el vuelo en mitad del corte (“Another spiral”, “The wonders we’ve seen”), y baladas (“Children”) que no se dejan hacer sombra por ya clásicos como “Smouldering”. En los mejores momentos, todos esos mundos se hacen uno (“Beast Nation”), y tres minutos de música nos permiten pasar por varias gamas de ese color que los Temperance han patentado. Ello lo consiguen en parte gracias a una producción que, como en su predecesor, resalta la reverberación de la grabación en directo (a la vez que mantiene cada instrumento bien definido en su rol), y a unas guitarras rítmicas que de tan inspiradas podrían, por sí mismas, constituirse en canciones autónomas. Puede que Campbell sea la estrella de su pequeño sistema solar, pero lo que más brilla es esa instrumentación repleta de slides y acústicas que elevan el placer hasta su punto más alto.

Tanto si lo comparamos con el resto de la obra de The Temperance Movement como si lo consideramos en solitario, “A Deeper Cut” es un disco con una calidad que se intuye de entrada y que sólo las repetidas escuchas dejarán verificar. Que la frialdad con la que te dejará la primera escucha no te impida intentarlo dos o tres veces más. Con eso bastará. Porque puede que las melodías no tengan el gancho que hicieron famosa a la banda británica, pero debajo de cada capa encontraremos otra con más matices por descubrir. Para cuando queremos darnos cuenta, los tres cuartos de hora de este tercer álbum se convierten en tan imprescindibles como el resto de la obra de los británicos.