STONERIDER – Hologram (2016)

Stonerider es una banda que ha pasado por tantos estilos como inquietudes se le han presentado. Si empezaron su carrera con un rock and roll desgastado, siguieron su camino explorando sonidos que han dado a parar ahora con una pieza que guarda más paralelismos con el prog y la psicodelia de finales de los sesenta y principios de los setenta que con las guitarras salvajes y los amplis pasados de revoluciones. 

Casi siempre volando por debajo del radar, el tercer disco de la banda norteamericana da un nuevo giro en su corta pero extensa carrera y los pone de frente a los grandes entre grandes. Hologram juega con las atmósferas a base de teclados ensoñados y el reverb vocal, recordando a los Floyd que trajeron al mundo «Any color you like». Mal espejo en el que mirarse. Gracias a la inclusión de Noah Pine a los teclados, los pasajes instrumentales ganan peso y la idea de una gran narrativa gira con éxito alrededor de todo el álbum. Desde el comienzo, algo raro y descolocante, de «Sleepwalking awake», hasta el último tridente que da sentido a todo el álbum, Stonerider juegan a asombrar y lo consiguen. En medio, canciones como la que dan título al disco y al single, un tema caleidoscópico que resulta familiar y misterioso a la vez.

Hologram es, en general, un disco de atmósferas, de sincero homenaje (¿puede la intro de “Your Chains” ser otra cosa que un tributo a “Shine on”? ¿Qué es “Dayrunner” sino un eco de “Sheep”?). Aquí no no hay instrumentistas virtuosos sino canciones virtuosas, piezas extensas que sorprenden a cada escucha: donde esperabas un riff encuentras una into, donde parece que vas a escuchar un estribillo encuentras un puente, donde creías escuchar un puente se encuentra el final de la canción, fluyendo suavemente hacia la siguiente.

El tercer y hasta la fecha último disco de Stonerider es de todo menos previsible, es de esos que no encaja a la primera pero, al encajar, lo hace mejor que la mayoría. Es un disco con ganas de explorar terrenos olvidados en las últimas décadas, adoptando clichés, licks, imágenes y hasta producción de la época. Un trabajo singular y no siempre cómodo, desafiante a ratos pero también muy satisfactorio.