SPIRITUAL BEGGARS – Sunrise to Sundown (2016)

Hace tiempo que sabemos cuál es el estilo que practican Spiritual Beggars, y eso no va a cambiar este año ni el siguiente. Aunque la banda viniera antes que los mucho más famosos Arch Enemy, Michael Amott ha sabido cuadrar agendas durante veinticinco años para dar lo mejor de dos mundos cercanos y lejanos al mismo tiempo: el death metal y el hard rock. Nueve discos son prueba suficiente de que, como ellos mismos dicen, Spiritual Beggars son la banda que se resiste a morir. Cuando parece que ya han dado lo que tenían para dar, sorprenden con un nuevo trabajo.

Tras al prácticamente perfecto Earth Blues, las posibilidades de que el quinteto sueco superase su propia marca parecía improbable. Y así es como no ha ocurrido. Sunrise to Sundown es un disco más denso, algo más variado y seguramente más arriesgado que su predecesor, pero también menos inspirado y fluido. Los riffs de Amott siguen siendo espléndidos; esa capacidad para aunar potencia y groove a partes iguales son tan emblemáticas como imprescindibles. El chorro de voz del griego Apollo Papathanasio, por su parte, no hace sino recordarnos que es un excelente sustituto para un Spice al que ya no se echa de menos (y que sigue aportando música solvente por su cuenta, además). El sempiterno Hammond consigue robar casi todo el protagonismo en un conjunto en el que nada falla. Todo está en su sitio pero, cuando el sonido de una banda se basa en un sonido tan reconocible y acentuado, el factor sorpresa hay que buscarlo en añadidos que rara vez se encuentran en este disco.

Quizá es porque Spiritual Beggars no son una banda que necesite de sorpresas, sino de composiciones robustas que aguanten el paso del tiempo. En ese sentido, no hay peros que ponerle a un trabajo potente y bien ejecutado. Se trata de canciones escritas en los tiempos libres que la extenuante agenda de Arch Enemy dejó a Amott y Sharlee D’Angelo, entre las que cuesta encontrar himnos tan impactantes como los de su predecesor, pero en los que aún se aprecian grandes momentos en temas como «Lonely Freedom» o «Southern Star», composiciones en las que el minutaje extra se aprovecha para extender los pasajes instrumentales y las atmósferas dramáticas. Otras canciones, más comunes, nos evocan a los Purple de Gillian o a los Rainbow de Dio, pero eso es algo inevitable cuando se trata de una banda construida sobre la memoria de un sonido patentado por leyendas.

La espontaneidad de la grabación, que se extendió a lo largo de tan solo cinco días, es excusa perfecta para tapar algunas de las carencias que se le pueden achacar al noveno disco de la banda, y la veracidad que desprenden se convierte así en uno de sus activos. La producción, orgánica y directa, incide en esa sensación de directo que transmiten los músicos en cada momento: un directo en el que no siempre se entienden los matices en medio de un barullo de instrumentos, igual que cuesta adivinar los contornos en una foto vieja. Cuestión de perspectiva. A nadie le gustaría ver Casablanca en technicolor.

Sunrise to Sundown es un disco menos inmediato de lo que su estilo parece requerir, un trabajo que necesita de más tiempo del habitual para encontrarle pleno sentido, de composiciones aparentemente simples pero de digestión exigente. Un esfuerzo que merece la pena cuando se trata de una banda como Spiritual Beggars, que incluso en sus momentos más flojos vuela muy por encima de la mediocridad.