SEPULTURA – Legion Of The Damned – Flotsam And Jetsam – Mortillery (Crónicas)

SEPULTURA + Legion Of The Damned – Flotsam And Jetsam – Mortillery
Crónicas: Ritchie Moreno – Unai Endemaño
Fotos: Unai Endemaño

Sabado, 1 de Marzo de 2014.
Sala Totem,  Villaba.

Sin disfraces tras los que escudarse a pesar de caer en sábado carnavalero, llegarían hasta Pamplona los hijos pródigos del Metal carioca. No precisarían de adornos enmascarando su propuesta para conseguir una fantástica entrada en la sala Totem, el crédito que proporcionaba el cartel que habían conseguido reunir para esta gira, sería más que suficiente. Con los veteranos Flotsam and Jetsam picando a los de la vieja guardia, los Legion of the Damned a todos los que aún no les habían contemplado, y los propios Sepultura garantizando algunos de los mayores himnos del género en directo, la noche prometía coqueteos con lo memorable.

Antes del bolo sin embargo, rondaba la alargada sombra que lleva años persiguiendo a los de Belo Horizonte, de conversación en conversación, a modo de comidilla sobre la que todo el mundo tiene que opinar, pocos se abstenían de pronunciarse al respecto. El hecho de que Sepultura sin Max Cavalera siempre hayan sido considerados una banda a media asta por un amplio sector del público, era el tema estrella sobre el que enlazar comentarios. Evidente resultaba como la “nueva” formación nunca ha llegado a despejar todas las dudas que se cernieron sobre ella después de editado el Roots. En las distancias cortas volverían a jugarse su reputación unas cuantas horas después de apagarse las luces, cuando los ilustres teloneros de la jornada hubieron culminado con su que hacer. Mucho antes de que Derrick Green volviese a reclamar su puesto una noche más, los Mortillery aparecerían sobre las tablas de la Totem ante los poquitos que allí podríamos presumir de puntuales. Los canadienses se encargarían de esta manera, de dar recibimiento a la parroquia y poner en tela de juicio el dicho que afirma que a quien madruga, dios le ayuda.

Los canadienses supondrían el único borrón importante por tanto, incapaces de competir en la misma liga que sus compañeros de cartel, sonando insufriblemente desfasados a pesar de su evidente juventud y sin las aptitudes necesarias como para ser tenidos en cuenta. En ocasiones se escorarían hacía el Power Metal americano de los ochenta, tomando ideas de los primeros Fates Warning, Queensryche o Savatage, y tratando de golpear como Vicious Rumors o los propios Flotsam, en su vertiente más acelerada.

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Quedarían planos en cualquiera de sus dos facetas, con una cantante de pelo larguísimo que no era capaz de imprimir emoción a lo que entonaba y unos músicos que se conformarían con aplicar Thrash leñero de corte viejuno. Se despedirían indicando su procedencia en español, sin ofrecer nada que mereciese un análisis más extenso  y dejando paso a los motivos que nos habían invitado a tomar el coche hasta Pamplona.

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Flotsam and Jetsam serían los primeros, llamándonos a filas con un tema que no llegue a reconocer y preparándonos para el verdadero despegue del concierto. “Dreams of Death” nos pondría las pilas a continuación, desenterrando recuerdos de hace muchos años mientras contemplábamos uno de los pilares del Thrash metal americano de los ochenta. La idea era poner sobre la mesa el mítico No Place for Disgrace del 88, ocupando para ello casi todo el repertorio y dejando un par de momentos para que el Doomsday for the Deceiver se luciese.Su actuación entera podría calificarse como sería y aguerrida, exponiendo todas las virtudes que se les presuponía y con un estado de forma sorprendentemente bueno. En ningún lapso del bolo se les vio como a las reliquias que los agoreros preveían encontrarse, los Flotsam dejaron muy claro que aún tienen correa como para patear unos cuantos culos. Mucho más allá del afán revisionista que algunos podíamos albergar hacía su directo, mostraron la vigencia de sus cortes legendarios, especialmente el “I Live You Die” en el que Erik A.K. se enfundo un casco de guerrero mitológico, para acentuar el momento y añadir épica a su discurso.  Se despedirían con el “No Place for Disgrace”, dejándonos plenamente satisfechos y con la dulce sensación de habernos sacado un vieja espinita, que de vez en cuando escocía.La siguiente sesión en la lista presentaría pocas coincidencias con lo presenciado, a pesar de los paralelismos estilísticos evidentes.

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Pasaríamos de golpe al Thrash Death centro europeo que nos iban a endiñar los Legion of the Damned y tendríamos que dejarnos la nostalgia aparcada hasta nuevo aviso. Los holandeses saldrían con el cuchillo entre los dientes y las melenas alborotadas, repartiendo estopa y aplicando quintas asesinas por doquier. Como si el conci se hubiese convertido en una ITV en la que poner a punto las cervicales, enlazarían un tema tras otro, haciendo que el doblar de chepas acabase por resultar imperativo.Aquí debiera señalar que el recuerdo que conservaba sobre la banda de anteriores oportunidades, se vio absolutamente refrendado en la Totem, la banda continua tan afilada como cuando comenzaron a rodar y no han perdido un ápice del empuje que les hizo sobresalir. Siguen apostando todas sus fichas a la misma fórmula, tan precisa y efectiva como la recordábamos, contando con una pareja de guitarras que se afanan por repartir riffs letales y un cantante que en ningún momento se queda por debajo de la mezcla. Fustigarían de esta forma durante algo menos de una hora, contundentes y certeros, alcanzando un nivel de intensidad parejo al que más tarde producirían los capos de la noche.  Tan solo les faltarían los himnos con los que estos cuentan, para poder encarar con posibilidades a los cabezas de cartel.Sin que los prolegómenos nos permitiesen demasiado tiempo para elucubrar, saldrían a la cancha los brasileiros, al centro de una sala que había ido llenándose progresivamente durante la velada. Aparecerían montados sobre “Trauma of War”, defendiendo desde el inicio su nuevo The Mediator Between Head and Hands Must be the Heart, un álbum de título eterno que ha devuelto a más de uno la confianza en el conjunto. En él centrarían la mayor parte de su repertorio inicial, sonando poderosos y provocando pogo tras pogo entre los asistentes.

En estos primeros momentos optaron por colar su incendiaria “Propaganda”, metiéndole chicha al asunto y dejando la sala entera botando sin remisión. Acto seguido proseguirían con cortes de nuevo cuño, aplicando un trasiego constante y ascendente en perfecta progresión machacante. Los cortes eran llevados en volandas por el señor Eloy Casagrande que asombraba detrás de su batería y un Derrick Green que cumplía con el papel que tenía asignado. Los veteranos por su parte dibujarían dos estampas radicalmente opuestas, la de Andreas Kisser gloriosa y desafiante, como si el tiempo le hubiese mantenido inmaculado, acentuando aún más la sensación de tedio y desgana que sugería su compadre Paulo Jr.Metidos como estábamos en harina, mientras tratábamos de chocar sin destrozar la cámara de fotos en el proceso, devolviendo con rabia la intensidad que caía desde el escenario, pudimos apreciar como los clásicos riffs del conjunto -chirriantes y personales- iban haciendo que todo aquello nos arrastrase por momentos. El carnaval se tornaba tribal y “Dusted” anticipaba lo que nos restaba por sudar, el impulso se detendría un segundo, justo después de recordar el “Desperate Cry” y honrar al Chaos AD con “The Hunt”. Se remarcaría entonces el final del primer tramo del bolo, atacando el “Da Lama ao Caos” con Andreas a las voces y Derrick como percusionista invitado.

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Entrabamos en la parte noble del sarao, aquí no se iban a permitir concesiones a la nueva era y tan solo se dispensarían los temas archiconocidos que la banda grabó hace muchos años con el mayor de los Cavalera. Las canciones que la mayoría esperaban caerían sucesivos y fulminantes, perfectamente reservados para convertir lo que restaba en una batalla campal. Nos plantearíamos en esos postreros momentos el papel del inmenso frontman que teníamos ante nosotros, no por el hecho de que estuviese quedando en evidencia, sino porque nos acordábamos del que en su día grabase su alma en los surcos que escuchábamos. Era divertido en cualquier caso, cerrar los ojos y dejarse ir, olvidarse por un rato de la diferencia de registros que siempre ha originado odiosas comparaciones.

La catarata de clásicos sería tan demoledora que no dispondríamos de suficiente tiempo como para conjeturar como es debido, ante nosotros saldrían enfilados “Inner Self”, “Territory”, “Refuse/Resist” y “Arise, demasiada tela como para que no se armase la de San Quintin en medio de la sala Totem. El apocalíptico tramo descrito dejaría nuestro alrededor arrasado y visto para sentencia, con el sudor apostado en cada esquina y la gratitud dibujada en los rostros de los participantes. Quedaban dos últimas pruebas para concluir con la yincana carnavalera, los dos pelotazos que todo el mundo recuerda de primeras cuando le mencionan el Roots. De esta manera nos sirvieron a los postres el “Ratamahatta” y las consabidas raíces sangrantes, finalizando a lo grande, metidos en nuestra propia película selvática, sin capoeira con la que poder adornar los ritmos que nos lanzaban, pero felices de haber llegado hasta allí siguiendo la estela de la Sepultura.

Texto y Fotos: Unai Endemaño (stun.es)

Jueves, 27 de Febrero de 2014.
Sala Shoko Live !, Madrid.

Los brasileños volvían a España como cabezas de cartel de un mini-festival donde la bronca, el ruido y los decibelios a mansalva estaban más que asegurados.
Hay que decir que uno de los grandes inconvenientes de estos conciertos, con cuatro bandas en el escenario, es el horario en el que le toca actuar a alguna de ellas. Así, nosotros entramos en la sala, a eso de las ocho y media de la tarde, y tanto Mortillery como Flotsam And Jetsam ya habían descargado. Una pena, sobre todo por no poder ver en acción al que fuera grupo de Jason Newsted, el recordado bajista de Metallica.

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Una vez situados, los que estaban precalentando eran los holandeses Legion Of The Damned. Ya con las pruebas de sonido nos estaban avisando de lo que se nos venía encima, y doy fé de que no nos engañaban: estética de negro riguroso, instrumentos incluídos. Notas atronadoras. Temas agresivos, muy agresivos. Los fans de Slayer debemos estar de enhorabuena, con grupos como éste, la continuidad de ese estilo está más que asegurada. Venían a presentarnos, principalmente, su último trabajo, “Ravenous Plague”, un disco que un servidor corrió a comprar en su stand de merchandising una vez finalizaron la descarga, dadas las enormes expectativas que me habían despertado. Tengo que decir que el disco, una vez escuchado, no desentona para nada con lo que oí en directo. Un gran descubrimiento.

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Tras una pausa menor de lo que esperábamos, aparecieron en escena los Sres. Green, Kisser, Paulo Jr. y el jovencísimo y nuevo batería de la formación, Eloy Casagrande. Abrieron con un tremendo puñetazo, el que da su “Trauma Of War”, el tema que abre su último trabajo. Ya habíamos notado cierto cambio de concepto en su anterior disco “Kairos”. El ramalazo hardcore que dominaba hace tiempo ha sido casi completamente desechado, y este último disco, “The Mediator Between Head And Hands Must Be The Heart” ya confirma el giro, de nuevo, hacia territorios más afines a “Arise” o “Chaos A.D.”. Rectificar es de sabios.
A ese primer trallazo le siguió el que parece ser el single (¿???) del grupo. Pongo las interrogaciones porque si hay un grupo a quien jamás identificaría con el significado de la palabra “single” (algo ligero, para triunfar en las listas, etc), esos son Sepultura. “The Vatican” y su orquestada, y casi religiosa, intro, vuelve a poner en órbita al personal. Un temazo sin piedad, donde el enorme (en sentidos figurado y literal) Derrick Green grita como un poseso y dota a la ¿canción? de un extra de agresividad. Tremendo Green, que con su look de cabeza totalmente afeitada, parecía aún más terrorífico de lo que venía siendo.

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El auténtico líder de la formación actualmente no podía ser otro que el inmenso Andreas Kisser, un tipo que, después de tomar el mando de la nave, se preocupa no solo de hacer ruido (eso de tener que lograr con una sola guitarra el mismo efecto devastador que cuando había dos, es francamente complicado, pero lo logra), sino de comunicar con el público, en un perfecto castellano. Un ciclón en escena, no hemos notado el paso de los años en él (20 años ya desde aquel tremendo “Chaos A.D.”, como Kisser se encargó de recordarnos). Algo diferente a lo que ocurre con Paulo Jr., al que si que parece que le ha tocado algo el tiempo. A ello contribuye ese corte de pelo que luce actualmente, algo encanecido ya, y bastante alejado de las greñas salvajes que lucía años atrás. Eso sí, aunque más calmado que sus compinches, su bajo sigue siendo atronador, y realiza una perfecta cobertura a Kisser cada vez que éste tiene que explayarse con los solos.
Mención especial para el nuevo fichaje, Eloy Casagrande, un joven brasileño prodigio de la batería, que la pega que la rompe, como bien pudimos comprobar en intros como la de “Territory”. Lamento decir ésto, pero no echamos de menos a Igor Cavalera para nada.
Recorrido inicial a su último disco y a “Kairos” y, después de obviar casi por completo los trabajos anteriores a éstos, fue el turno de apostar sobre seguro. Ante el delirio del público, fueron cayendo la mencionada “Territory”, “Refuse/Resist”, “Ratamahatta”, “Innerself”…. todos temas que hicieron casi romperse el cuello a alguno. Observé en un momento dado al público, durante uno de esos temas, y puedo asegurar que todos, absolutamente todos, movían las cabezas como posesos. Y estamos hablando de treinteañeros, la mayoría. Impresionante. Bonito gesto también el de Kisser dedicando uno de los temas a la memoria del recientemente fallecido Paco De Lucía.
Con el feroz “Roots” se dio por finalizado, después de una hora y cuarenta y cinco minutos, aproximadamente, a uno de los conciertos de metal más efectivos a los que he asistido últimamente. Me alegra ver que los fans ya no miran con lupa a Sepultura, después de que Green lleve ya tantos años con ellos, y que ahora la comunión con el grupo vuelva a ser total.
Que vuelvan cuando quieran, les estaremos esperando.

Texto: Ritchie Moreno – Fotos: Unai Endemaño (stun.es)