Palace of the King – White Bird / Burn the Sky (2015)

El rock setentero parece fuente inagotable para nuevas bandas. Lo poco gusta, lo mucho gusta más, y, al menos para quien escribe, la inflación retro no ha llegado al punto de saturación. Todavía queda un hueco para la sorpresa. Y es ahí donde queremos encontrarnos a bandas como Palace of the King, sexteto de tan solo dos años de vida con centenares de bolos a sus espaldas.

La sugerente portada, algún adelanto y ese nombre tan épico ya nos da pistas de lo que podemos encontrarnos en el primer LP de estos australianos. Polvo, psicodelia, paisajes claroscuros. Desde el riff inicial de «Take Your Medicine» sabemos que no nos hemos equivocado. Que aquí hay buen material. Un riff sencillo y groovie, voz aguda y unos teclados acolchando una sala de ensayos con mucha reverberación. Lo mejor de todo, una base rítmica que consigue llevar los clichés a otro nivel, dando una capa de pintura a lo ya conocido. Si el primer corte convence, entonces puede que el debut de estos australianos sea uno de tus discos. No rompe moldes, pero sí consigue atraer nuestra atención, que no es poco. A veces más bluesies («No Chance in Hell»), otras más incisiva («Another Thing Coming»), este White Bird/Burn the Sky presenta diez canciones cortadas por similares patrones. Patrones en los que no cuesta reconocer a Led Zeppelin (¡cómo no!), o Black Sabbath, pero también a los más recientes Crobot, The Vintage Caravan o Jack White.
Parece que hablamos de combinaciones ganadoras que, sin embargo, no siempre calan de la misma forma. No son ingredientes que puedan mezclarse sin ton ni son. El rock no es matemática, pero sí hay ciertos equilibrios que toda gran banda ha sabido entender y respetar. La fuerza desbocada no siempre consigue canalizarse exitosamente, y que la mayoría de las veces «menos es más» es una lección que no pocos artistas tienen presente. Así, si uno se deja gustosamente arrastrar por las composiciones rocosas y agresivas de Palace of the King, llega a sentir que lo que en un principio sonaba refrescante es, al cabo de un rato, una nube de sonidos apabullantes de entre los que es muy difícil sacar la esencia. Nunca creí posible decirlo, pero parece que a Palace of the King le sobran instrumentos. Le sobra distorsión, le sobra una guitarra, y le faltan, quizá, dos o tres temas que equilibren un trabajo excesivamente escorado hacia el heavy rock sin matices.
El heavy rock clásico es un estilo musical quizá demasiado atestado para un disco como este debut de Palace of the King. Pero no pasa nada, porque la banda no ha hecho más que aterrizar, y no necesitará mucho para acabar despuntando con futuros trabajos. Los mimbres están ahí. Algo se entrevé. Estaremos atentos.
Julen Figueras