MAGNUM – Sacred Blood «Divine» Lies (2016)

No todos los dinosaurios han sobrevivido igual a la erosión del tiempo. Algunos fósiles aguantan el tipo en sus museos del revival, y otros perecieron quizá tras el meteorito de la última década del siglo. Algunos parecieron morir, pero volvieron con más fuerza que nunca. Magnum son, sin duda, ejemplo de ello.

El peso de una discografía con muchos más altos que bajos ayuda a que, cada vez que esperamos nuevo disco de Magnum, lo hagamos con la expectativa de encontrarnos algo distinto, con entidad individual. Porque hablamos de Magnum, este nuevo trabajo contará con tantas oportunidades como podamos darle en los tiempos rápidos que corren.

Sabemos que algunos trabajos necesitan tiempo para crecer, y que la recompensa estará a la altura. ¿Sí? A veces. Si a la primera es posible que nos parezca algo reiterativo y falto de chispa, las progresivas escuchas irán desvelando nuevos matices a los que querer volver hasta conocerlos en profundidad. Sin embargo, cualquier sorpresa será más impostada que verdaderamente causada por la música, ya que las novedades brillan por su ausencia, y el déjà vu es la tónica general de este nuevo trabajo. No hay nada nuevo en Sacred Blood «Divine» Lies, y hay, en cambio, muchos sonidos que recuerdan entre mucho y demasiado a la saga comenzada con Princess Alice and the Broken Arrow. Con reminiscencias que recaen especialmente sobre uno de los picos compositivos del conjunto británico, On the 13th Day, este último lanzamiento repite esquemas y pierde mucha de la frescura de aquél por el camino, igual que pasara (en menor medida) con Escape from the Shadow Garden. Y los parecidos a veces sobrepasan lo razonable, para adentrarse en la mera copia: si existen diferencias entre el solo de «Princess in Rags» y aquel mismo lick en «Shadow Town», no he sido capaz de encontrarlas.

El disco es, si hubiera que remarcar algo, más metálico que sus predecesores, y lo melódico empieza a ser menos una etiqueta autosuficiente para convertirse en una anécdota en la garganta de Bob Catley, cuya voz sigue siendo impagable. A veces basta con escuchar su timbre para saberse en buen lugar. Quizá sea suficiente para disfrutar de su decimoquinto álbum, que cuenta con algunos cortes rockeros estimables y alguna balada preciosa, como «Your dreams won’t die», una composición del estilo que Magnum ha sabido dominar con maestría, y que no por más escuchada deja de resultar menos reconfortante.

Lo peor que puede decirse de Sacred Blood «Divine» Lies es también lo mejor que se puede decir de él: buenos temas, buena ejecución. Pero no mucho más. Parece que, una vez vivida esa segunda juventud de la que han estado gozando, la banda vuelve a su segundo agotamiento, a sus discos más cumplidores y, por eso mismo, menos rompedores. No es un disco memorable, pero sí es un disco 100% Magnum, y eso es ya mucho más de lo que obtendremos de aquí a unos años: un disco de rock tan melódico como hard, sincero y con las pretensiones justas.