LAST AUTUMN’S DREAM – Paintings (2016)

De la capacidad creativa de Last Autumn’s Dream poco puede ponerse en duda. A un ritmo de casi disco por año, extendido a lo largo de década y media, parece que las ideas no se agotan para la banda de Mikael Erlandsson. Casi sin escuchar Paintings podemos intuir que el resultado será potente, agradable y, posiblemente, también olvidable. Si se permite el símil, de forma parecida a lo que le pasa a la carrera cinematográfica de Woody Allen, es realmente complicado mantener el pulso y la garra sin que decaiga la calidad de las ideas o el entusiasmo de los fans. Si de Allen podemos decir que haría bien en guardar sus mejores gags para escribir, cada dos o tres años, una película de verdad hilarante y memorable, de esas que ahora sólo hace de ciento en viento, de Last Autumn’s Dream podríamos esperar una proceso de creación menos atropellado, una elaboración lenta que separe grano de paja.

La paleta de colores que ilustra la portada de Paintings parece querer indicarnos el amplio abanico estilístico que nos encontraremos dentro. Pero no. ¿El resultado? Diez canciones como sacadas de una cadena de montaje. Tenemos, claro, una dosis continuada de riffs de los que algunos, como el de «Wont’cha stay the night», parece que hayamos escuchado varias veces antes. Están los teclados, imprescindibles, y la voz característica de Erlandsson, que parece algo gastada pero todavía vigorosa. Rompiendo la uniformidad se presenta alguna balada notable, como «Take it on the run», que llama la atención menos por su calidad que por desteñir un disco por lo demás monocromático.

Sin ser un mal disco, el duodécimo lanzamiento de Last Autumn’s Dream no aguanta bien el ritmo al que la banda somete a sus propias composiciones, encerradas en una inmediatez sin posibilidad de mayor desarrollo. Si en Level Eleven (publicado hace un año escaso) podíamos encontrar no pocas canciones robustas e inspiradas, en Paintings no se intuyen más que algunos estribillos con vocación de himno (los de «Out of love» o «In case of landing on water» son quizá los más memorables) que, sin embargo, no iluminan un trabajo básicamente gris.

Cuando las piezas están ya colocadas en su sitio, el patrón con el que se cortan los temas listo, sólo queda encontrar la mejor versión de cada músico, los solos más imaginativos y las melodías más poderosas. Paintings no consigue nada de eso, y acaba por ser una reedición de lo ya escuchado, con nuevos actores, nuevo escenario y nueva trama, pero lo mismo al fin y al cabo.