JOE BONAMASSA – Muddy Wolf at Red Rocks (2015)

Volver a los clásicos para seguir adelante. Éste es el proceso de aprendizaje y creación que todo bluesman lleva a cabo en la elaboración de su sonido personal. El blues, que puede que sea la música occidental con raíces más robustas y rastreables, es a día de hoy un constante ejercicio retrospectivo en el que componer nuevos temas es tan importante como reconocer a los patriarcas del género.
Joe Bonamassa es ahora vanguardia, pero no pierde ocasión para mirar atrás y, en este caso, dedica dos discos completos a revisitar la música de Muddy Waters y de Howlin’ Wolf. Un lanzamiento interesante, entretenido, pero básicamente innecesario.
Es un lugar común afirmar que no hay nada como los clásicos, que allá está todo, que éstos serán insuperables. Pero este Muddy Wolf Tribute sirve también para plantearse lo contrario. Casi veinte canciones de blues clásico, de estructuras inamovibles, son demasiadas canciones. La música es libertad, pero esta música acaba por parecer una camisa de fuerza en las que lo más a lo que Bonamassa puede aspirar es a embellecer unos temas ya dados, trillados, como pintar la fachada de un edificio construido mucho antes de que llegaras. Despojados del encanto del blues sucio e imperfecto, los temas de Waters y Wolf alcanzan nuevas dimensiones en manos del bluesman más popular de la actualidad: varias capas de vientos y teclados, una base rítmica de infarto y, por supuesto, los punteos de una guitarra que, si bien sigue siendo protagonista, no aporta tanta novedad como la que sí ofrecen esos otros músicos en la sombra.
Así, un honesto tributo acaba siendo un ejercicio de virtuosismo, a veces gratuito, que no consigue enganchar de la misma forma que en otros de los múltiples lanzamientos en directo que Bonamassa ha venido editando: se echa de menos la variedad, las intensidades intercaladas, y más temas propios. Terminar el álbum con un escueto repertorio propio sabe a poco y a fuera de lugar al mismo tiempo.
Un buen disco de versiones, un buen directo, un buen sentido de la adaptación, y una narración musicada en la que Bonamassa se coloca in media res, ahí en medio, entre el pasado al que se rinde pleitesía y el futuro que tiene en la punta de sus dedos y en las cuerdas de su garganta. Un disco interesante, de ejecución perfecta, pero que no terminar de arder, ni consigue hacerse imprescindible.

Julen Figueras