HEAT: Tearing Down the Walls (EarMusic, 2014)

Mucho diseño y poco corazón. Ésa es, quizá, la mejor forma en que puedo resumir “Tearing Down the Walls”.

La evolución de la banda en su cuarto disco, que ya ha perdido dos miembros en su camino, resulta coherente, pero errada.

Un disco sin fisuras. Una producción avasalladora. Unos arreglos perfectamente colocados. Unos músicos de gran calidad. Todo eso es cierto, y nadie le puede quitar el mérito a la banda sueca. Pero todo suena tan en su sitio, tan perfecto, tan preparado, que parece que estemos ante una puesta en escena de cartón pluma. El quinteto ha pasado de ser una banda underground (¿qué otro lugar puede ocupar el AOR en nuestros días?) a convertirse en un fenómeno de notable éxito para todos los públicos. En el proceso, eso sí, parecen haberse visto obligados a sacrificar el delicado balance entre calidad y comercialidad que tan bien consiguieron en sus inicios.

A un ritmo vertiginoso, los riffs hardrockeros se suceden uno tras otro y sólo dejan espacio para estribillos aún más vertiginosos. Sin apenas tiempo para descansar y asimilar lo que uno está escuchando, el disco termina y parece que no nos queda sino reconocer que la banda ha creado, y además con un solo guitarrista, su disco más potente y más rockero. Sin embargo, el cuarto disco de H.E.A.T parece más bien un compendio de temas pop revestidos de seda. ¿Y qué? ¿Qué tiene de malo el pop? Nada, en realidad, pero temas como “Mannequin Show” o “Eye For an Eye” chirrían en una banda de chicos malos que parecían tener un montón de grandes ideas. Porque, que nadie se engañe, H.E.A.T han metido en la batidora algunos clásicos del pop del nuevo siglo, han hecho nuevas letras, las han arreglado para guitarras, y nos lo han puesto en el plato con otro nombre.

Con todo, “Tearing Down the Walls” no es un mal álbum. Son cuarenta y cinco minutos muy entretenidos y disfrutables., que además funcionarán bien en sus ya conocidos directos. Incluso con temas tan autoconscientes como el medio tiempo que da título al disco (sacad los mecheros y alzadlos en el aire, por favor), hay algunos temas que merecieron mejor compañía: “We Will Never Die” tiene un delicioso sabor a AOR, “A Shot At Redemption” ha acabado siendo mejor de lo que parecía, e incluso la balada, “All the Nights”, suena más sincera que otros de los cortes. Ni siquiera “Mannequin Show”, que hiede a composición prestada, es un mal tema.

Como los muebles de Ikea, las canciones de “Tearing Down the Walls” cumplen su función, están perfectamente diseñadas y ensambladas. Pero han salido de una cadena de montaje en la que el factor sorpresa, la personalidad y la originalidad han perdido la batalla frente a la máquina. Para todos los públicos.

Julen Figueras

Estos niños vienen pisando bien fuerte y con ganas de guerra. Caña y más caña hardrockera es la tónica general del disco. Descartamos primero las más lentas, que son la que da título al album, “Tearing down the walls”, que viene precedida por una pequeña intro llamada “The Wreckoning”, la que termina el álbum, “Laughing at tomorrow” (ambas medios tiempos), y la balada, que es una islita de calma entre todas las demás, “All the nighs”. Empieza con un piano, que será el instrumento que acompañe a la voz de Erik durante todo el tiempo, y unas gotitas de cuerda que la hacen perfecta y muy íntima.

Anteriormente se editó el EP adelanto con cuatro temas, siendo el principal, y a la vez single y videoclip “A Shot at redemption”, que empieza con unos acordes de guitarra acústica que nos van a dar la pauta del ritmo de la canción y ya van a hacer que al menos uno de tus pies se empiece a mover siguiéndolo. Este tema es pegadizo, contundente, y pide a gritos ser coreado. Habiéndolo escuchado una sola vez, podrás corear perfectamente el estribillo. ¿Comercial? Pues claro que sí. ¿Malo? No necesariamente.

Yendo hacia el lado más duro tenemos, por ejemplo, “Point of no return”, perfecto para ir entrando en materia, directo como él solo. Un tema que me llama especialmente la atención es “Mannequin show”, con una melodía de teclado que puede recordar ligeramente a “Oops, I did it again” de Britney Spears. No, no me he vuelto loca y sé lo que me digo. Y lo mejor es que el tema está muy bien… cuanto más se oye, más engancha.

“Enemy in me”, “We will never die”, “Eye for an eye” o “Emergency” (esta última con letra un poco descarada y traviesa en plan picante) tienen unos ritmos un poco vacilones y se prestan al bailoteo, o al menos a dar saltos. También entraría en el mismo saco “Inferno”.

En fin, para resumir, este disco NO es para quedarse quieto sentado mientras se escucha. Y en todo el puñado de canciones no se echa en falta otra guitarra.

Alraune
The Hard Line zine

1 Comment

  1. Los chicos me engancharon aún más con Erik Gronwall a las voces, y el tema que abría su EP «Shot At Redemption» me pareció refrescante y original. Aún no me he lanzado a escuchar el disco entero, aunque la bonus japonesa me ha parecido bastante buena.

    En cualquier caso, tienen un directo impresionante.

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