H.E.A.T – Into the Great Unknown (2017)

Reconozco que es tentador agarrar el nuevo disco de una banda como H.E.A.T y darse a la exageración. Decir que es una obra maestra imperecedera o una basura inmunda, frotarse las manos y sentarse a contar clicks y comentarios de gente airada que defiende lo contrario. Pero, si lo escuchamos fríamente, “Into the Great Unknown” no es ninguna de las dos cosas. Es, más bien, una continuación comprensible pero no demasiado apasionante de “Tearing Down the Walls”: peor que aquél (que ya era peor que “Address the Nation”), más hambriento por encontrar hits y, seguramente por ello, claramente sobreproducido.

Tras los vaivenes que la formación sueca ha ido capeando en los últimos años, las idas y venidas de sus guitarristas han terminado por recuperar a Dave Dalone, en lo que parecía que iba a ser un retorno a algo a lo que, en realidad, en absoluto han vuelto. ¿Más rock? ¿Más AOR? Nada de eso. “Into the Great Unknown” es un disco efectista que basa la mayoría de su potencial en hooks comerciales con poco fondo en las composiciones.

A veces es un “ooooh oh-oh-oh”, como en “Bastard of Society” o “Shit City”. Otras es un teclado o una armonía de disco ochentero, como “Redefined” o “Do You Want It”. Y no hay nada de malo en ello, al menos en principio. Sin embargo, una vez escuchado el gancho de turno, las canciones dicen todo lo que tenían que decir, y el siguiente par de minutos consiste en repetir el truco. Así, si uno se para a escuchar las composiciones que hay detrás de los arreglos, es complicado sacar en claro si estamos o no ante un bluf.

Los temas parecen funcionar, pero éstos parecen una excusa para unos arreglos que buscan el éxito a toda costa, y no al revés. Es una empresa arriesgada, que consigue buenos frutos a veces, pero que resulta tremendamente insulsa otras. Así, por ejemplo, “Eye of the Storm” se salva gracias a un estribillo potente que podría haber escrito Tobias Sammet. Igual que “Time on Our Side”, de deje eurovisivo, que de haber caído en manos de alguna pop star podría haberse convertido en el superéxito que tan concienzudamente busca el quinteto.  La ya mencionada “Do You Want It” está destinada a ser amada u odiada sin punto medio; y, con su rollo descaradamente pop, al igual que ocurriera con “Mannequin Show”, resulta ser una de mis favoritas del disco.

En la parte con menos inspiración caen, para qué negarlo, casi todas las demás. El tema que abre el álbum es hard melódico ramplón confundible con decenas de canciones de otras tantas bandas del estilo. “Best of the Broken”, que por un momento parece “la diferente” del disco, no aguanta el tipo durante más de minuto y medio. Y la canción que titula el disco, ese tema de más de siete minutos del que tanto se ha hablado, tiene sin duda algunas buenas ideas que, lamentablemente, están ocultas tras un estribillo tan previsible y manido que acaba por empañar el final del álbum.

Cada vez más parecidos a las bandas que los imitan y menos a la banda que fueron, H.E.A.T van probando con artificios de producción y orquestación que los hacen sonar aparentemente frescos pero que evidencian que, creativamente, están casi secos. Se agradece el intento de salir de ese impasse al que el hard rock melódico escandinavo los obliga, intentando escapar hacia otros horizontes a través de sintetizadores y otros ganchos. Pero también hacen falta buenos temas. Si de su anterior álbum a éste la diferencia se percibe poco más que en los matices, el recorrido de la banda desde sus primeros años hasta su quinto disco ha mutado con velocidad. Cada cual decide si para bien o para mal.