EL DROGAS – Demasiado Tonto en la Corteza (Maldito Records, 2013)

Cuando la musa llama a la puerta, es mejor abrir y dejarla pasar. En el caso de El Drogas, parece que las puertas están abiertas de par en par en horario continuo. Sólo cuatro años después de la obra cumbre “La Tierra Está Sorda” con Barricada y dos desde “Azulejo Frío” con Txarrena, volvemos a tener noticias de una de las voces más características del panorama estatal.

Los viejos rockeros nunca mueren, dicen. Pero hasta en esa categoría podemos encontrarnos clases. Lejos del cliché de artista con éxitos irrepetibles de los años dorados, Enrique Villarreal parece que va siempre a más, poniendo toda su (sana) ambición al servicio del arte y la reivindicación, que para eso está. Muchos daban por terminada la buena racha del bajista de Barricada cuando la banda le señaló la puerta (la de atrás) y, sin embargo no han hecho falta más que dos años para crear otra obra de proporciones gigantes. El Drogas ha cambiado de compañías, pero no de hábitos: su incansable activismo y su crónica inquietud han dado forma esta vez a un triple disco en compañía de los Txarrena, rebautizados ahora con el nombre de su líder, y con la intención de poder dar salida a todas las ideas que el de la Txantrea tiene aún en la chistera.

En este caso, ideas por triplicado. En el primer disco, Alzheimer, temas relacionados con los recuerdos, la memoria, y con la falta de ella. El segundo, “Matxinada”, una llamada a la rebelión ciudadanía acojonada que ha pasado demasiado tiempo bajo el yugo del miedo. La tercera, “Y Glam”, un poco de todo, y de todo un poco, siempre con ese toque de glam setentero por el que el Drogas nunca ha querido ocultar su pasión. Merece la pena pararse a analizar cada una de sus partes.

ALZHEIMER

Un día vas al médico con uno de tus mayores, y un doctor te habla de Alzheimer. El suelo bajo los pies se te rompe, y no hay dónde agarrarse. Crees estar solo, sin saber qué hacer. Enrique decidió plasmarlo en música, y el resultado es tan desgarrador como paliativo. Ante la desagradable verdad, un aullido que expulsa el dolor del que nos hace partícipes, pero con el que construye puentes para aquellos que están y estarán tan perdidos como él en el momento de enfrentarse a la enfermedad imparable.

Los ocho temas del primer disco son las versiones refinadas (¡y de qué manera!) de aquellas maquetas que vieron la luz en la reedición del primero de Txarrena. La banda se ha encargado, aquí quizá de forma más notable que en el resto del trabajo, de dar nuevas formas y colores a canciones que sólo conocíamos de forma cruda, y los arreglos del clásico combo de rock son aquí un apoyo excepcional para unas canciones que ya eran completas de por sí. Los guitarrazos de Txus Maraví son tan escuetos como apropiados, mostrando, como los grandes, que “menos es más”.

Éstos son los ocho temas más íntimos, y también son los que llevan el peso poético de todo el trabajo, con unas estrofas elaboradísimas que ni una ni dos escuchas podrán descifrar. “Cordones de Mimbre” o “Collar Abandonado” son canciones de amor como pocas veces se han escuchado y, al mismo tiempo, los temas que más calmadamente habrá que paladear para quitarse el nudo que te hacen en la garganta. Ni siquiera la aparentemente amable “Debajo de Aquel Árbol” nos salva de las amarguras de la realidad que golpea y del paso firme del tiempo.

MATXINADA

El drama social tiene miles de caras anónimas. En sus caras, ya lo sabemos, el sol no calienta igual. Caras de una ciudadanía paralizada por el terror de lo que, con la que está cayendo, pudiera aún caer. Sin embargo, la otra cara del drama social, la de los culpables, tiene nombres y apellidos. Abre un periódico y los verás. En esta entrega, El Drogas no hace sino recordarnos los nombres y las acciones de esos culpables al tiempo que nos recuerda que las víctimas son cosa de todos y de todas: responsabilidad colectiva ante la que debemos reaccionar.

Los riffs del ex-Koma Brigi Duque son el vehículo del que la banda se sirve para plasmar sus ideas con más entrañas que tino poético. Al fin y al cabo, son los políticos quienes más metáforas usan a la hora de expropiar a sus ciudadanos. El auténtico acto poético es, en este caso, llamar a las cosas por su nombre de la forma más clara posible. “Qué mal Rato” o “Verte en la Mierda” dejan poco margen para la interpretación: son gritos rabiosos que saben que la pataleta sólo tiene sentido cuando se hace entre todos.

Canciones inmediatas y rabiosas, con frases sacadas de las declaraciones de la mediocre clase política que tenemos, es imposible no mover el cuello con cada uno de los riffs, y cantar cada una de sus letras, a ratos indignantes y a ratos hilarantes. Con todo, ésta es la parte menos inspirada de las tres, o al menos la que aguantará peor el paso de los años.

Y GLAM

Si Alzheimer guarda ecos del Drogas que escuchamos en Txarrena o en algunos de los medios tiempos de “La tierra está sorda”, y Matxinada guarda muchos parecidos con La Venganza de la Abuela o los Koma, el tercer disco tiene composiciones del Drogas más (en fin, para qué usar otros nombres) glam. Temas más gamberros, más nocturnos, más sexuales y más guarros (en el mejor sentido), que pueden recordar, sobre todo por esos coros, al Mordiscos que publicase con su banda de toda la vida, por ejemplo en “No sería nada”.

El disco más ligero y menos reivindicativo de los tres es el más rico en arreglos (teclados, coros), tiene la voz de Carlos Tarque de M-Clan dando color a “No das pena”, y hay en general una variedad mayor que ayuda a que desgranemos el disco muy poco a poco. También hay, claro, espacio para la crítica social, como en el single “Con tu presencia”, que sigue a “Están para violarlas” y “Cómo son” en la línea de su pelea incesante contra el patriarcado asesino que ha dejado setecientos cadáveres en diez años.

“Demasiado tonto en la Corteza” es, más que un disco triple sin más o una trilogía, un trípico: partes separadas pero constitutivas de un todo que no podría ser entendido sin cada uno de sus elementos. Aunque puedan gustar más unas u otras partes, la obra ha de ser entendida en su totalidad, con todos sus ambientes, sus matices y sus circunstancias. Un disco para escuchar repetidas (y continuadas) veces, y para poder extraer de él todas las esencias que cada capa esconde.

Julen Figueras