BLOOD CEREMONY: The eldritch dark (2013)

Parece mentira que discos como este, tercero ya en la carrera discográfica de los canadienses haya sido publicado en pleno 2013. Hace ya algunos meses de su publicación, y no podía seguir haciéndole el vacío a «The Eldritch Dark».

 

Hay algunos indicios de que esta banda liderada por la vocalista y teclísta Alia O´Brien tomó su nombre de la película de terror (en todo el sentido de la palabra) «Ceremonia Sangrienta», cinta setentera en la que lo que más miedo daba era ver los nombres de Lucía Bosé y sobretodo el de Espartaco Santoni entre el elenco de protagonistas.

 

Obviando estas anécdotas, los canadienses decidieron empezar su fiesta pagana a base de Rock y Folk setentero y ocultista en el año 2008 con su homónimo lanzamiento, siguiendo su baile de los malditos con «Living with the Ancients» en el 2011 y con este «The Eldritch Dark» recientemente.

 

Blood Ceremony pertenecen a la secta «Doom» pero desde un lado amable en cuanto a su sonido, los ambientes de Folk campestre que envuelven a sus canciones, y la psicodélia de la que hacen gala en no pocos temas de esta grabación les alejan de bandas que viven como ellos por y para el «Doom Rock», «Stoner» o como queráis llamarlo. Bandas como «Vista Chino» o «Wo Fat» viven en la otra punta del pentagrama invertido de «Baphomet».

 

«The Eldritch Dark», como ya ocurrió en las anteriores grabaciones de la banda, recoge un suculento manjar de viandas de Rock y Folk Satánico con muchas referencias a la novela gótica del siglo XIX, y no pocas a las películas de horror de los años sesenta y setenta, convirtiendo al disco en una banda sonora digna de la «Hammer», que rodase una cinta basada en los Black Sabbath, Buffalo o cualquiera de las bandas de Hard Rock ocultistas de aquella época.

 

 

Si Black Sabbath tanto por riffs como por la estupenda voz de O´Brien son una referencia clara en el sonido de la banda, no podemos olvidarnos de Jethro Tull que también son carne de culto por los canadienses, amparados en los pasajes de flauta a lo Anderson con los que nos deleita la banda, y por los retazos de puro pillaje «Tullianos» del «Songs From The Wood» o del «Minstrel in the Gallery», a los que añadimos el debut de los belgas Wellington de 1970.

 

Así el disco nos estigmatiza desde el comienzo con «Witchwood», donde las brujas se citan en lo recóndito del bosque para hacer un aquelarre perfecto, donde la voz de Ozzy y la flauta de Ian Anderson toman el cuerpo de la misteriosa vocalista de la banda.

 

Los hermosos pasajes de guitarra se pasean por las estupendas melodías de «Goodbye Geminy» o «Drawing Down in the Moon» convirtiéndolo en un pandemónium que volvería majaras a los mismísimos Black Widow.

 

O´Brian que ejerce de maestra de ceremonias casi siempre, le cede su puesto al guitarrista Sean Kennedy en la formidable «Lord Summerisle», en la cual ambos, bruja ella, druida él, dan forma a la melodías vocales más agradables y «Folkies» del álbum.

 

Álbum que no decae en ninguno de los nueve números que contiene, y que se despide casi enorme con el instrumental «Faunus» y «The Magician», una hija ilegítima nacida de las entrañas de unos Sabbath o de unos Uriah Heep.

 

Caído en Little Big Horn

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