BERRI TXARRAK – Denbora da poligrafo bakarra

A medias entre la decepción y la esperanza, decíamos hace ya tres años que, a pesar de ese traspié edulcorado llamado “Haria”, tenemos mucho Berri Txarrak por delante. Así, con las expectativas en su máximo nivel, los navarros han publicado un disco triple, a disco por año de ausencia, que da cuenta de la extensa paleta de colores con que la banda ha ido trabajando desde sus inicios.
“Denbora da poligrafo bakarra” o, lo que es lo mismo, “el tiempo es el único polígrafo”, contiene los tres mundos de un mismo sistema solar. Grabado con tres productores distintos, cada uno de los discos encierra una esencia distinta, un estilo marcado y, en algunos casos, muy pocas veces transitado.
Un poco como el excelente disco que El Drogas publicó el pasado año, Berri Txarrak han querido librarse de ataduras estilísticas o de formatos predeterminados. Cuando se esperaba una docena de temas de stoner marca de la casa, Gorka Urbizu y sus chicos han decidido publicar tres EPs diferenciados en el que hay, sí, mucho de lo que se esperaba de la banda, pero también punk-rock directo y, destacando por inusual, siete temas con un pie y medio en los terrenos del pop.

“Sutxakurrak” (Fuegos Fatuos), el primero de los EP, que tiene el sonido que ha aupado a la banda a lo alto, es visceral, potente y profundo; un compendio de riffs y atmósferas stoner que evocan directamente a lo que ya la banda publicó anteriormente. No por casualidad, ha vuelto a ser Ross Robinson (At The Drive-in, Sepultura) quien ha pulido esos sonidos patentados por el trío navarro. Aunque ninguno de los temas parece, de entrada, tan brillante como ciertas perlas de su discografía, cada uno de los siete cortes guarda letras, riffs y melodías que ganan con el tiempo, que no atrapan de inmediato pero sí te marcan según pasan las escuchas.

“Helduleku Guztiak” (Todos los Destinos), es lo más pop (en el mejor de los sentidos) que Berri Txarrak haya hecho nunca, un salto al vacío musical en el que se encuentra el indie. Una apuesta arriesgada pero que ha resultado ser ganadora. Después de las profundidades sonoras en las que Sutxakurrak sumerge, este segundo EP se eleva con ligereza -aunque sólo sea en lo musical- y resulta, en el catálogo de la banda, toda una novedad. Aquí está el mérito del hombre tras los controles: Ricky Falkner, productor de bandas que nunca aparecerán en esta web, ha conseguido captar la esencia de BTX y llevarla al pop, al rock suave, sin que las composiciones hayan por ello perdido garra. Guitarras con mucha reverberación, atmósferas claras, casi alegres, y algunos punteos de guitarra, como los de “Bigarren Itzala” o los del single “Lemak, Aingurak”, a los que cuesta acostumbrarse. Incluso hay teclados y coros al más puro estilo “dream pop”, que desconciertan pero que también convencen. Una pequeña rareza muy disfrutable.

Se cierra el disco con seis canciones rápidas y directas, en un chute de punk rock bajo el nombre de “Xake-Mate Kultural Bat” (Un Jaque-Mate Cultural). Éste producido por Bill Stevenson (Rise Against, NoFX…), cuenta con canciones de cerca de dos minutos que pasan como un suspiro y que encapsulan, de nuevo, muchas de las mejores (y más antiguas) esencias de la banda.

En total, 70 minutos, mucho menos de lo que parece en un primer momento. Canciones para todos los gustos y estilos, dosificados en su justa medida para agradar sin acabar cansando. Demasiado largo quizá para escuchar de una sentada, pero demasiado escueto para escuchar cada uno de los discos por separado. Lo han conseguido. Berri Txarrak han vuelto con temas de sobra para refrendar su dominio en la escena estatal, y con un disco que pronto pasará a estar entre los más celebrados de su carrera.

Julen Figueras

Fechas de la gira que comenzará en enero, aquí.

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